Sueño de mar... (Prosa poética)




Y no me acostumbro a este ruido de caracolas, a este divagar de pensamientos insomnes, de tristeza aturdidas en su despertar de vértigos.
No me acostumbro a este sueño de la vida porque aún estoy en ella, sin saber si vivir es acostumbrase a respirar, cuando no me besan las olas con su caricia de espuma.
Dame acá tu escalofrío de sueños rotos, este pesar de caminos encerrados, de horizontes de otoños donde se rema sin fuerzas; dame acá tus manos en las mías y éstas, enredadas por tus cabellos... Y qué de mis labios entre los tuyos persignándote; dame acá mi mirada dentro de tus ojos, el tacto de mis dedos en tu piel desnuda y el roce de mi lengua sobre ellos... Dámelo todo, lo que aún tiembla en mis falanges junto a tus dedos y los míos, arropada de silencios y sonrisas. ¡Es que se ha acostumbrado mi alma a tu presencia.
Y como un gato blanco, sigiloso, se desliza entre tus sueños y los míos todo esto que nos queda, escapándose furtivo en la noche en busca de las aves. Hoy tus duendes acallaran tus quejas para dedicarme un poema, sabrás entonces, que has bebido este elixir de amor salobre que tanta sed nos pide.
...
Ha vuelto el gato blanco, ronronea ante mí pidiéndome una caricia y salta a mi regazo. Viene oliendo a noches de luna. Y por entre las intenciones que te recuerdan, araño las sombras de la noche desde mi lecho. La vida sigue con sus alegrías y tristezas allí fuera de nosotros, mientras la playa está vacía y se llena de mis pisadas, de mi respiración que desea sobrevivir en la brisa de tus costas donde mi alma se desnuda.
Hay una pesadilla que avanza entre la majestad de la noche, con el rumor de las olas que me llevan. ¡No sé por qué veo mi cuerpo tirado sobre la playa!
A veces estas visiones de la melancolía son sólo un puñado de sueños de agua y espuma salada, que nos llenan de arena las palabras y nos dejan mudos ante la realidad de este muro que separa Dios en las aguas del mar; y cuando queremos beber un poco de ternura, se evapora el sentimiento entre quejas de madrugadas. Necesito correr por entre los muros para alcanzar el horizonte.
La sed sigue condenando nuestras ansias, entonces es cuando nuestra alma deja el cuerpo, sumergiéndose en el mar, dejándolo allí tirado sobre la arena, igual de desnudo que ella sobre su playa. ¡Se nos acaba el aire, el agua, el fuego interior que nos quema para convertirnos en sal, sintiendo como se aleja todo el de nosotros, sin poder recogerlo en el cuenco de las manos... ¡Y es tan poco lo que se pide!
Hoy necesito que me des un rayo de luna para sentirme viva. Ver que en las dos gotas salobres de mi rostro, hay de nuevo una luz que ilumina de amor tus ojos y los míos.
¡Hoy necesito que el oleaje de mis párpados me ahogue!

Un abrazo, mar.
Elisa



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Las ranas saben, los hombres piensan, el aire lleva, los sueños quedan; mas un silencio todo lo encierra. (Elisa Lattke-09)








Miembro de CiÑE (Círculo independiente Ñ de escritores, www.circuloindependiente.net)

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