ROL DE CONSECUENCIAS (MONÓLOGO PARA UN MÁS ACÁ CON MI PROPIA ALMA)


Publicado: en http://www.ababolia.com/foros/ftopic6973.html
 Vie Jun 23, 2006 Prosa reflexiva
A. Elisa Lattke V.


Los roles que me gustan ahora son los papeles densos, complicados..., tristes y fríos, mientras vuelvo a mi mundo. Abstractos en movimientos sobre lienzo vivo. Debería de haber sabido que no era sólo emoción estar aquí, porque 'el juego' se hace pesado con los sentimientos, las hormonas y la vida de mujer enamorada. Entonces supe con el rechazo al mundo, éste de donde aún no puedo escapar, que me cansé de tomar la ficción como algo serio y fue ella dándome su fruto, siendo yo misma. Tenía demasiada vida por contar y era necesario que lo hiciera con naturalidad, tal como la recordaba. Castigándome este afán de no ser protagonista de nada, porque la vida particular, la de cada ser es seria y merece respeto. A veces nos colgamos de quimeras cuando en realidad, nosotros representamos en ocasiones, eso mismo en otros. Pero a la vez puliendo lo que no corresponde de lo que se espera de mí, he conseguido un poquito de lo que deseo. Sólo un poquito y me doy por contenta, ¡si yo misma me permití jugar de nuevo a la Vida, por eso ando por aquí enredada entre ella y enredando a otros en la mía y así, enredados se disfruta, sólo que cada uno florece en la idea de diferente manera y mis flores, son azules con el limbo de la luma dentro de su corola. Fueron ellas gozo de un encuentro para otro vacío que he llenado con lo breve, lo que se eleva sin asperezas pero sí muy sentido; otras veces con dolor para aprender mientras ejercito la forma de elevarme en el bejuco de la enredadera hasta aprender cómo se llega a la luz; o, como una hoja seca consumida de todos sus verdes de primavera, liviana o vaciada de la fuerza que le dio su permanencia efímera, la de cada estación, que poco a poco la agota hasta formar parte en vuelo de todas las demás.

Hoja robada por el viento que la hace polvo, estrujándola en cada vuelo, azotada, llevándola sin orden y desconcertada, por la levedad de su subidas y caídas sin tocar el suelo, con temor de ya no ser nada apurando algún verde entre los ocres la mayoría de las veces, para acabar en un montón de hojarasca hecha compost.

Pero la diferencia en ser cuando somos aún, no es tan distante con respecto a la hoja que describo, ella y yo, -por poner un ejemplo- ambas caducamos más pronto o más tarde, as dos siempre tenemos un final, aunque nuestro cometido sea bien distinto pero mucho más cercano, es la cuestión, por compartir la misma vida en el planeta. Ella como yo también volvemos a retoñar en "El Árbol de la Vida", cuyas raíces sólo pueden afianzarse acá en al tierra, formando parte de la Naturaleza en que todos nos hermanamos; porque ambas sabemos de nuestra realidad y, a veces, nos alternamos papeles unos y otros, aunque absolutamente todos debemos brindar un tributo para mantener "El Fuego Eterno", la Energía del Cosmos. Ella de su tronco y yo, del mío... Muchos seres somos realmente hojas al viento buscando acomodo para terminar de una vez y, cuando nos desprendemos del arraigo principal es muy triste hasta que hallamos la nueva Luz. Al final terminamos más o menos lo mismo que todos, muriéndonos bajo la fronda del árbol familiar o, no... Son muchos los solitarios y dispersos, que no se sabe dónde van a parar y hasta los 'amontonados' en los asilos, están en un orden de espera silenciosa, cuando ya no pueden defenderse, muchos abandonados a su suerte.

Tenemos un '¿cuándo?' que no se pronuncia casi nunca pero está ahí muy dentro... Y ésos que digo, nuestros semejantes, solos con nuestros recuerdos o, a veces con ninguno. Caducos o muertos en vida. Este es el riesgo de vivir. Y se procura que la agresión que ejerce el medio en el que nos movemos sea leve, si nos cuidamos al no conocer cómo responderá nuestro cuerpo a tanta agresión desconocido y, a las otras que por desconocimiento o capricho lo exponemos. Y a que el propio movimiento de la realidad que vive, no lo arrastre inconscientemente al ‘montón de hojarasca', a su compost final. Es que la vida de los jóvenes, las nuevas generaciones, empuja, e inconscientemente segrega al resto de los que aún esperan envejecer o se pegan a la vida como pueden. Algunos son crueles con sus mayores y les advierten del tiempo que ha pasado, mirándoles despectivos, alzados u orgullosos de estar aún lozanos y, nosotros nos sentimos humillados con sólo mirar sus rostros frescos con miradas de soles, nos encandilan en los surcos trajinados, sobre la bruma apagada de otros lagos taciturnos, en el fondo de nuestras pupilas; nos enseñan su vigor y lozanía, sus ilusiones frescas, sus sueños o proyectos, pero los de verdad cuando sabes que sueñan maravillas y amor... ¡Siempre amor! Porque los sueños de sus mayores son en muchos casos, son los de no despertarse nunca ante lo que escuchan de algunos. Y, en ese no querer despertarse se desea sin retorno conocido, porque se está harto de vivir y de pensar cuando rompen ilusiones y cortan el brío sus razonamientos. Y nos decimos: "para qué seguir si lo bueno se ha acabado". Y mucho más cuando la salud falta convirtiéndonos en estorbos, o la  enfermedad acosa, y nos vamos oxidando los ancianos.

Así que, sigo pensando y sé que soy un poco como esa hoja de la que hablo, a la que me comparo, la que me guía a merced de las circunstancias, rauda o lenta según el viento que sopla, por ahora de amor porque conservo verdes y ocres y no pesa mi tiempo en el suyo; para dejarme ‘caer’ donde estoy a gusto, donde puedo sentirme bien con un mínimo esfuerzo, al asentarse todo  en el no ser para sentir la necesidad del reposo absoluto, hasta que me ‘recojan’... Es cuando sabemos que ya el viento, ni tan siquiera el huracanado, nos levanta del sitio donde quedamos. Incluso sabiendo de nuestro propio dolor, el de haber formado parte del tronco, del árbol, planta o arbusto de donde pendíamos para seguir dando fruto. Así, todos, nos vamos desprendiendo poco a poco en la dulce tranquilidad de dejarnos llevar por otras manos...

Con la barca sin remos, en las olas altivas
y mesana sin vela con el tiempo escorado
para oleaje inseguro y la quilla partidas
con los sueños revueltos en un mar de sargazos.(alattkeva-05)


Porque tendrá que ser así. Somos de naturaleza caduca y no perenne.
Comparaciones que hago, claro, hablando de los que pensamos porque  razonamos lo que nos puede suceder cuando pasamos de los sesenta...
¡No, si no les doy mucha importancia pero son cosas mías! Adelantándome a las consecuencias y, hoy me he levantado como una hoja más por el otro lado de su envés, ... sintiéndome casi desprendida...

El ser humano cree que sólo hay una muerte biológica e importante, pero no, tenemos otras a lo largo de la existencia, son esos ajustes de los que les hablaba en otro relato. No es que se deje de luchar por lo que se ama, desea, se siente o aún se quiere y se necesita; es que se retira prudencialmente de los que nos preceden y continúa otra lucha consigo mismos, con nosotros. Nunca es de olvido g. a dios y sí de progreso y experiencia interior. Si no fuese por ese afán de recuperación muchos nos apearíamos en el camino o, desprenderíamos del tronco de una vez por todas, hartos de vivir o de esperar lo que no llega, incluso de aquellos que fueron esquejes y son ramas ...
Estos son los pasos de reflexión pegados todavía al tronco del Árbol. Los que nos debemos a nosotros por nuestra realidad de todos los días: superar problemas serios o crisis de adaptación, enfrentarnos a las mismas o, ellas, nos mandan “¡a tomar por el saco!” y, antes de la muerte verdadera iremos a parar a la mierda del 'compost', sencillamente porque ya somos incapaces de aguantar ciertas injusticias. Y no hablo de la propia familia que también se dan casos. Hablo de nuestros semejantes que pocos aguantan a sus mayores.

Necesitamos de esa iluminación interior para no tropezar sobre la piedra de nuestros fracasos, frustraciones, dudas, incomprensiones de siempre y que a lo largo de toda una vida se nos dan. Entonces, sabemos que existimos porque nos estamos defendiendo, peleando con la realidad de cada día y es porque no estamos del todo muertos. Eso es bueno para quien le gusta fastidiar u olvidar que mañana son otra respuesta en diálogo sordo.

Aunque sintamos una voz que nos dice:
“Pero no puedes olvidar, mi querida alma, que soy un cuerpo vivo que aún espera que le comuniquen un mensaje inconcluso...".
-¿Qué mensaje? -
¡Me contesto a mí misma mirando para todos lados!

Y es que a veces, los cuerpos tienen ganas de hablarnos desde las catacumbas de nuestros cerebros, se empecinan las neuronas en funcionar ¡y vaya cómo! Así que quieren que entremos en razón... ¡vamos, que nos demos cuenta que existen para enseñarnos en realidad que llevan un alma dentro!
Y hoy me he dado cuenta de nuevo que otra vez el viento me ha levantado de donde estaba ‘caída’. Sí, yo, 'la hoja con nombre'... y ha seguido abrazándome de nuevo al Árbol, pero una racha de viento me ha desprendido del todo elevándome, no sé ahora mismo dónde me lleva. Quisiera que fuese al encuentro de algo nuevo y hermoso, porque aún soy capaz de soñar y permitirme manejar el rumbo del viento. No, no es un mal viento 'el razonar a tiempo', pero que no nos lleve sin más que ya bastantes vueltas, giros danzarines nos da por la existencia... Y me pregunto mientras me dejo llevar... -con mi consentimiento-...¿Qué mensaje era el que me iba a dar o quiere dar, mi alma? La deje con la palabra en vilo..., en su vacío todo ocupado de mí. Debe estar muy triste y pensando cómo me dejo arrastrar por los aires, estos vientos de la vida, y seguro que tengo la edad retrasada y el cuerpo madurado a palos psicológicos o caricias ciertas... ¡Las dos cosas! Soy como dice élla, mi propia alma: "¡Aún eres una niña llena de fantasías, no creces en tu jardín, en esa charca donde se refleja tu amada luna, porque ella te ha hechizado para siempre!".... ¡Ah, y qué bien me siento así, la amo! (Seguro que mi arruga será bella)

Esto de preguntarle al alma por mi vida, también me lo dije a mis diez años y a mis veinte años y más adelante hasta ahora y, mi alma ni se inmutó, se quedó como viéndolas venir y yo allí hecha un lío dándole palique, pero ella, tan calladita como siempre con su bella sonrisa, me miraba con sus ojos color ámbar, es que ella no los tiene color zafiro y ese contraste nos hace perfectas. Entonces, sí que era ingenua, por un momento creí que me iba a reprochar algo pero no, me escuchó sin rechistar la muy buenaza... ¡Qué remedio, ahora, con los años soy yo la que la escucho y no vean cómo se le pone el genio de mar enarbolado, por ella fuese me hundiría en las aguas donde levanta sus mareas!

Será verdad eso que dicen que: “¿algunas almas son como esponjas? Al exprimirlas, no se puede obtener nada de ellas, excepto lo que han absorbido de ti.” (...)

Voy muy confundida aún por 'malos vientos', menos mal que me he dejado llevar por el que me pertenece, el de mi tiempo ¡Pero sé que caeré porque cada cierta época aparece tomando forma humana! ¡Sí, se hace notar tan elegante, zalamero, burlón, escuálido y enredador, luego, si sopla..., ¡no, yo no hice nada, fuiste tú! Seguro que caeré alguna vez ante su soplo persuasivo, pero cuando me lo está insinuando que calle, cuando me piden cordura (¡Qué será eso, dímelo alma!) ¡Ay, me da temor sí, siempre ha sido un mal viento al que me confío, que me hace caer para mermar mi entereza, para valorar mis sentimientos si son firmes, pero el también caerá como todos, se arrastrará por sus vanidades de sentirse seguro e único, lo sé..., pera cuando eso llegue estaré arriba, levantada, volando a su alrededor por mi cuenta como hoja de mi propio impulso de amor.

¡No me verás caer os aseguro, porque habré volado a las estrellas!



A. Elisa Lattke Valencia
22-6-06

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