Ana Rodríguez, el encanto de la discreción

Ana Rodríguez, el encanto de la discreción: "
ANA VELENCOSO
  • A la sombra de José Bono ha criado a cuatro hijos pero, además, es una mujer con ojo para los negocios, independiente y con mucha clase.
  • Ahora debe seguir su propio camino.
Ana Rodríguez
Detrás de un gran hombre hay una gran mujer. No sabemos si José Bono es un gran hombre, pero sin duda Ana Rodríguez, la que ha sido su esposa durante 29 años, es una gran mujer. Cercana y encantadora, culta, elegante y con estilo, y con la sonrisa siempre en la boca; así la definen quienes la han conocido.
Posee una belleza serena y nadie diría al verla que ha criado cuatro hijos y que ya es abuela (pronto tendrá su segundo nieto). Tiene cuerpo de treintañera y un atractivo cercano a Olivia Newton-John.
Nunca se ha prodigado en acompañar a su marido a actos oficiales
Algunos atribuyen su exotismo a su origen guatemalteco. Nada más lejos de la realidad: sus abuelos eran gallegos, y a España regresó cuando tenía 14 años. En su interior siempre bulló un espíritu inquieto que la impulsó a estudiar Sociología primero, a trabajar para el PSOE en Castilla-La Mancha después, y a dedicarse a la joyería desde hace unos años, formando un tándem perfecto con su hija mayor, Amelia.
Si alguna vez le interesó la política, hace tiempo que cambió de opinión: nunca se ha prodigado en acompañar a su marido a actos oficiales, pero sí se ha dejado ver por Cibeles, ha posado en photocalls de premios de la moda y en eventos del 'imperio del osito', con el que mantiene una excelente relación empresarial –dirige hasta seis sucursales de la firma– y también personal, con Rosa Oriol y Salvador Tous.
Ser la ‘mujer de’ no iba con ella, ha demostrado su independencia y que ésta no se riñe con su amor por la vida familiar. 'Para que una relación funcione es fundamental que tengas resuelta tu parcela personal y profesional', dijo en una ocasión. Y si bien se ha labrado su camino, nunca ha dejado de apoyar a su marido. 'Haga lo que haga, yo voy a estar ahí', afirmó en un tiempo no muy lejano en el que la chispa del amor aún brillaba en sus ojos claros.
Lo suyo fue un flechazo. Se conocieron en la sede del PSOE, seis meses después pasaron por la vicaría. Era 1981 y ella, una mujer feliz. Pero su gesto se ha ensombrecido en los últimos tiempos.
La Dignidad por bandera
La noticia de su separación llegó por sorpresa el pasado lunes vía comunicado. Hubo quien se sorprendió: parecían una pareja sólida, capaces de capear todas las tempestades. No era difícil verles intercambiar miradas cómplices en actos públicos. Aquella crisis pasada (2006) que obligó a José Bono a dimitir como ministro de Defensa parecía superada.
'Estaba muy cansado –confesó Ana a Rosa Villacastín en Diez Minutos–, pero lo que más le influyó es ver que Sofía, nuestra hija pequeña, estaba creciendo y apenas la veía. Él a los mayores los disfrutó poco porque estaba dedicado a la política. Y no quería que le pasara lo mismo con la pequeña, porque tiene una relación muy especial con ella'.
Sí, gano dinero. Me siento orgullosa de dar trabajo a 30 personas todos los días.
Ana y su marido habían hecho separación de bienes en 2004, pero todo apunta a que se trató de una ordenación de sus propiedades (12) y negocios (entre los que se cuenta una hípica), asunto que ha hecho correr ríos de tinta. La discreción de que Ana ha hecho gala toda su vida y que le ha hecho permanecer siempre en un humilde segundo (o tercer) plano se rompió en mayo ante la presión mediática y la polémica generada en torno a su patrimonio y el de su marido.
'Sí, gano dinero. Me siento orgullosa de dar trabajo a 30 personas todos los días. ¿He de pedir perdón por eso?', clamó en la revista Tiempo. 'Están continuamente mintiendo. Es pura pornografía, casi una obscenidad. Hemos sido muy trabajadores. Nadie nos ha regalado nada'.
¿Las acusaciones? Unos supuestos regalos en forma de decoración e ingresos desorbitantes para un socialista (el propio Bono se 'desnudó' y reconoció que su familia había declarado a Hacienda más de 1,2 millones de euros en 2008). El Tribunal Supremo finalmente ha cerrado las investigaciones en torno al patrimonio de su familia, pero el mal está hecho.
Dicen que la presión fue excesiva e hizo brecha en un matrimonio tocado. Dicen que fue ella quien dio el paso. Dicen que a él le costó aceptarlo. Dicen que haberlo hecho público a través de un comunicado (los políticos no suelen hacerlo) es una maniobra para desviar la atención. También dijeron en su día que ella mantuvo un idilio con un joyero cordobés y que su hija adoptada, Sofía, es en realidad su nieta. Ay, las malas lenguas…
Dos linajes unidos
El momento más mediático en la vida de Ana Rodríguez fue, sin duda, el día de la boda de su hija mayor, Amelia, con Manuel Martos, hijo de Raphael y Natalia Figueroa. En aquel junio de 2008 política y música se dieron de la mano en una iglesia de Toledo. Y sus invitados (más de 500), fueron de lo más variopinto: desde Lina Morgan a Simoneta Gómez Acebo, pasando por Alaska y Pedro J. Ramírez, Bisbal y Luis María Ansón.
Pedro Piqueras, Pedro Ruiz, Carlos Baute, Lucía Bosé y Lola Herrera también estaban en la lista. Los hermanos de la novia (que estudió Magisterio Infantil) estaban radiantes: Ana (abogada), José Bono Jr. (iba para periodista pero prefirió ser jinete), y la más pequeña, Sofía. Por supuesto, la madre fue todo un ejemplo de elegancia: entre sus diseñadores favoritos figura Eduardo Ladrón de Guevara, suyo era el modelo que lució en la boda del Príncipe Felipe y Letizia. Ana es una auténtica dama.


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