Esto de sentirme mujer me va doliendo.



Oye Agua: 
Esto de sentirse mujer se te parece 
en el agitar continuo en que te mueves 
y no nos basta el rugido del dolor 
cuando nos llega, pero sí queremos meter 
los dedos en las llagas. 


Y si me escuchas, no retraigas tus oleajes, 
ni me quites los mismos de mis horas. 
Ni tus manos en las curvas del amor 
cuando me abrazas; 
ni tus playas sembradas de palabras, 
donde contigo estoy mejor sintiéndote 
en la fosa abisal de un pensamiento. 


No me basta ser mujer para sentirte sentimiento; 
ni que explosiones dentro haciendo trizas mi cerebro. 
Porque un pensamiento solitario no nos basta 
cuando lo urde cada aliento. 


Necesito introducir mis dedos en mi vientre, 
en mis entrañas de pulpa madurada para abrirme, 
¡arrancarme con ellos el insecto que dormita, 
demostrarte cada cosa de estas vísceras dolidas! 


¡Pero qué injusta la noche de los labios fríos, 
de la ausencia de sonrisas, 
de este sentir que sin estar persiste 
con la sal de los míos! 
¡Sí, es injusta la noche de luna cansada 
sin canto de ranas, tan enferma y pálida
si parece que pasa como si de ella pasaran,
como si quisiera que yo la olvidara! 


La del nudo que aprieta, la del verso que estruja 
la de la elipsis en la palabra que sujetas... 
La expresividad o la antítesis de la misma paradoja 
que juega con el verso en perífrasis. 
¡Y la anudas sin florecer al alba, 
pero la llevas al pico de las aves! 


Me asombran los dedos salados de mi carne 
cuando cubierta toda de sudor helado, callo... 
Me tiemblan las falanges. 
Sé que soy llanto de tus mismas lágrimas. 
¡Como tú, agua! 
¡Qué poca diferencia esto de sentirse mujer 
viviendo en un sinvivir al mismo tiempo! 


Cúbrome toda 
del enfermizo desencanto del vivir sin muerte, 
del emerger sumisa en este aire viciado de polvo que me eleva; 
o me aflige, siendo el efímero parpadeo de un ruiseñor sin alas 
con el halcón siempre en vuelo... 
Soy mujer la que así escribe desde su único Yo, 
donde moran dentelladas de los siglos 
para amar y dolerse de dolor del parto. 


No hay embolia, trombosis, alzheimer, ni artrosis, 
tampoco la artritis e mi combate en este ahora,
 ¡sólo lágrimas del fracaso de ser lo que se vive y no 
de ser lo fracasado, mujer tan sólo... ¡Madre! 
... 
Es así la vida... Con sus dos caras de luces y sombras, 
donde se va muriendo cada cual frente a su estrella 
y, Dios, en cada una que nos mira. 


Por todo y más, esto de sentirme mujer me va doliendo,
me va cansando. 
¡Ay, amor de agua, recoge todas tus palabras 
que arrojaste a mi vientre, 
yo te dejaré mis dedos para abrirme, 
porque esto de sentirse mujer, a todas duele
y más  cuando sabes que el parto no termina... 
¡Y si a alguien se le encogen las entrañas, 
dispongo de las mías para amarme,
pero por favor para qué engañarse! 


Elisa Lattke 
18-6-08
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Todo lo que se espera se halla en el alma de los que también la estaban esperando. (alattkeva)  

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