LA CHARCA DE ELISA: Vivir también cansa

LA CHARCA DE ELISA: Vivir también cansa

Se ha dicho que... "la Vida es eso que nos va sucediendo a diario". Se supone que a todos por separado vemos la experiencia de diferente manera. Alguna vez lo pensamos y no le damos más vueltas al asunto, porque ella es como es y no podemos eludir la realidad individual en la que nos movemos con nuestra propia historia a cuestas; aunque a los demás no les suceda lo mismo, es es obvio y lo vean desde otro punto de vista, porque es así, pudiendo opinar a favor o en contra pero, igualmente, permanecer sin dar opiniones  e intentar vivir con lo que ella les ha puesto en las manos: responsabilidad. Ser neutral es una forma de apartarse problemas y no contar nada, ni la bueno ante lo malo, que lo hay en todos los seres vivientes. Es lo mejor fórmula que podemos darnos para evitar que especulen con lo que aparentemente parece que es.
Porque a todos nos pasan cosas que desaniman o alteran la vida personal. O, influye en la del resto. Sabemos, además, que hagamos lo que hagamos no se puede cambiar la vida de nadie como queremos que sea o piensen. Se dice que: "ya está escrita", pero es más lógico pensar que tenemos una responsabilidad respecto a otras vidas, por cómo nos manejemos con la propia y así actuamos para el bien o mal; cuando esos otros nos quieren, protegen o aman, hay que ser justos. Así que todo influye desde nuestra apreciación en sus vidas y la de ellos en la nuestra, aunque no sea lo mismo que se piensa, bien por el contexto cultural del momento que se vive o del que se hereda y se arrastra por educación. Esa es otra cosa ineludible. 
Porque todo se deriva de alguna forma a la manera de lo que otros quieren. Ejercen su fuerza o voluntad, imprimiendo carácter a sus deseos y siempre hay quien zucumbe al que impone, corta, rompe las alas de su futuro. Lo hace tan sutilmente con palabras que repite a menudo, que termina por desplumar la ilusión de quien quiso volar alto. Y estudian cómo hacerlo para que nunca tenga nada a su favor, que pueda impulsarlo a con el viento a favor, para conseguir ser parte de sí mismo y no de quien evita que lo sea.
 Tuvo, temor de que abandonara el nido, como parte de la experiencia propia y de cómo esta, se ve o se trata si se traslada y se quiere imponer a otros, disminuyendo su capacidad de reacción, su personalidad o  habilidades naturales, para defenderse ante los propios inconvenientes que crea esa persona. Valiéndose de su criterio o recurriendo a quienes ya experimentaron en el mundo, aunque es mejor la experiencia en piel propia. Porque la vida siempre ofrece su oportunidad, si se está al tanto de la misma a través del tiempo de los que nos han precedido o de nosotros mismos, sólo que no todos podemos expresarla para contar lo que pasa.
Los que así escribimos, creemos que es mejor hablar de la flor 'sin cortar', -por ejemplo- que de la cortada y puesta en un florero, manteniéndose por un tiempo de forma egoísta, robando su belleza al resto de la naturaleza o de su entorno. Nunca hablamos del jardinero...  Lo bueno es que en la Naturaleza las plantas se acogen a su ciclo vital, jamás hacen preguntas respecto a ''por qué soy flor" o se preguntan "por qué se las arranca..." sin derecho a protestar. Quizá, tampoco, sepamos qué piensa una flor en su florero cuando se le roba su alma o, la planta que la ofrecía a los sentidos del casual jardinero, no sabía que la condenaría a una muerte segura, marchitándose.

A veces un poema no lo dice todo de su autor. Aunque exprese o comunique un estado de ánimo, el propio, el suyo, el necesario, siempre es una parte de la misma vida y por lo tanto del tiempo que vive, pero no se completa ni le descubre; no se acerca más que a una mínima parte de ese todo tan suyo entre renglones, pero escoge el mejor o peor momento, que le enfrenta a su realidad y lo que en ella cambia, incluso una parte de su forma de ver el mundo o pensar, ante lo que no puede cambiar del mundo en lo que lo rodea. Los poemas son así de encriptados. Y, sintiéndose aislado del resto de los mortales, huérfano o desamparado, desesperado y compungido, se siente un inútil fracasado, pero eufórico o melancólico ante lo que ama en silencio.

Lo que abarcan sentidos de su propio autor, se refleja en unos versos que poco a poco construyen sus estrofas, formando el poema. Es un tiempo en que se forjan ideas o ilusiones. Y, allí, en sus gavetas del tiempo, los verdaderos seres sensibles, guardan parte de lo que son ¡y los poemas escritos lo saben, son como cómplices silenciosos de verdades inconfesables! Han sido o quieren ser si les dejan o pueden, una parte de vida en esos renglones escritos por un autor excelente, como por uno mediocre o aficionado, éso: un simple sueño para seguir siendo lo que son, palabras.  Acompañados de 'sus pequeños tesoros espirituales, su magia especial, un estilo propio de ver la vida y lo del mundo, cuentas historias, relatan amores, se elevan como la niebla del amanecer y se vuelven parte del rumor del viento sobre el ramaje. Y mucho más, que sólo a los verdaderos poetas les importa, pero que dan a conocer de diferentes formas y maneras, donde la vida toma diferentes caminos para liberar tensiones que produce el pensamiento, porque 'su cuita' se hace necesaria para calmarse; porque saben que como seres sensibles toman vida de su autor; otros, también se sienten identificados con su estado de ánimo, su manera de expresarse y la forma de comunicar más audaz o abierta.  Los que tienen "alma de poeta''- como así se dice- siempre recurren a un lenguaje selecto nunca común o vulgar, porque la poesía verdadera exige esa belleza semántica, para manifestar una posición ante los problemas propios o del mundo que le rodea, pudiendo construir a partir de los sentimientos su pequeña historia, cuyo contenido sólo sirve a quien lo expone, pues en el fondo resulta como una auto terapia personal; sin embargo hay 'escritores' que sólo escriben para conmover a quienes les compran sus libros, sin sentir lo que expresan o experimentan, lo que cuentan se le llama "lenguaje o psicología de masas", porque su afán y fin, es llenar cientos de páginas para concursos literarios o para las exigencias del editor que les paga. Su creatividad es capaz de 'montarse' todo un mundo alrededor de esa fantasía donde sus personajes toman vida, aunque esto no sea lo lógico, pero sabe manejar el argumento y consigue transmitir esos sentimientos y emociones a sus personajes de ficción. No así el verdadero poeta, el que siente que tiene su alma fuera de su cuerpo, elevada por encima de la materia que le rodea, éste no necesita inventarse un mundo diferente, porque lo carga encima, lo lleva consigo y de ahí extrae sus historias. Su espacio vital es sagrado y mágico y no como el de cualquier otro, por ser su estilo original, con todo lo negativo y positivo en el que se mueve. Oscilaciones o fluctuaciones de su propio mundo interior, respecto a lo que influye del exterior, mientras flota en 'su realidad'.
Por eso, escribir poesía, emociona a quien construye versos o hace prosa, echa a volar las aves verdaderas y no siempre esa imaginación es lo que parece, porque es magia, ilusionismo con la palabra con tal de 'liberar' tensiones descargando el lastre que lleva encima. Hasta que deja de volar...

A. Elisa Lattke V.

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