No hay un hombre que no engañe a su mujer



No hay un hombre que no engañe a su mujer: "Yo...me gustan los premios, porque he de ser hipócrita. Pero más me gusta vuestras cartas maravillosas. Y qué cosas tan grandes decís. De los hijos, como se educan ahora. Claro, que es muy difícil, porque ahora para educar a un hijo hay muchas cosas alrededor, que a veces se van por caminos que no deben ir. Y el padre tiene que estar alerta para encauzar a sus hijos. Ya lo creo. Y a veces llevamos desengaño, porque en la vida también hay muchos desengaños.

Mire, cuando yo me casé, iba toda ilusionada. Y tenía 32 años, no era ninguna niña. Pero era una época más inocente que hay ahora. Íbamos al matrimonio como unos angelitos. Sin maldades, sin rencillas, una educación tan distinta a la que hay hoy. Y nuestra madre me dijo un día.

- ¿Tú te quieres casar?
- Sí, ya tengo novio, mamá. Si no fuera por esta guerra que hay, ya casábamos. Pero él tiene que hacer oposiciones, y lo tildan de rojo, que no era, que él no tenía ideas políticas, yo sí, pero él no.

No podía opositar, y estuvimos esperando a que él tuviera posición para casarnos. Y nos íbamos a casar y me dice mi madre.
- Tú llevas mucha inocencia, pero date cuenta de que tu novio te quiere mucho, mucho, pero te casas y te ha de engañar.
- ¿Engañar?, Mamá, tú que me dices.
- Sí, porque te seguirá queriendo, pero no hay un hombre fiel a su mujer y yo quiero que tú lo sepas.
- ¿Y luego papá no fué fiel contigo?
- Callar y punto, dijo ella.

Y efectivamente, de muchos señores que yo creí que eran padres excelentes, serían, pero por detrás se las hacían gordas a las mujeres. Y callaban antes, porque la mujer no estaba tan liberada como ahora. Porque hoy la mujer tiene la misma pocisión que el hombre. Tienen carreras igual que el hombre, tiene puestos como el hombre. Y antes no, todo era el hombre, todo era el hombre. Y así abusaron de muchas mujeres.

Porque ahora dicen muchos sacerdotes: 'Es que ahora no hay madres.' Sí que hay madres, pero como ya vieron a sus madres lo que les pasó, ya están alertas y no aguantan tanto como aguántabamos las de antes. Y no está bien tanto aguantar tampoco, yo tampoco me voy con las de antes, con lo que era yo. Me voy algo con las modernas, no en todo, pero en alguna cosa sí.

Si me desprecian por otra, quédate ahí que adios muy buenas, sería mi contestación. Pero no lo podían hacer, porque estaban cargadas de hijos, no tenían posición para ganar la vida, y aguanta a ese hombre, que ya le querrían la mitad. Porque yo si sé que mi marido me engañó, a lo mejor me engañó, naturalmente, no sé, pero nunca me enteré. Si me llego a enterar no tendría la paciencia que tuvieron nuestros familiares y amigos y personas, que aguantaban al marido todas las que le echasen.

Una vez un sacerdote me dijo 'Ahora no hay mujeres de hogar.' Y dije yo: 'Claro, porque vieron que sus madres sufrieron tanto que ahora ellas quieren hacer lo que les da la gana. Ahora se pasan, pero no les toman el pelo como nos lo tomaban antes.'

Pero yo ya no fuí engañada, porque mi madre me lo advirtió. No hay un hombre que no engañe a su mujer. Ya lo ven ahora lo que está pasando, bien conocidos, ¿eh?.

Los que pueden, tienen dinero, tienen más. Y los otros se contentan con menos. Y dicen son más buenos. Son porque no tienen dinero para vivir sus vidas. Cuantas realidades se podían hablar, pero más vale callarlas, ser prudentes."


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