Niños llorando a niños: sin Héctor Iván, de 13 años. O cuando los asesinados en Juaritos son 80 menores en este año

Niños llorando a niños: sin Héctor Iván, de 13 años. O cuando los asesinados en Juaritos son 80 menores en este año: "


Al entrar a la escuela Lázaro Cárdenas de Ciudad Juárez encontré a una mujer que caminaba con una sonrisa en unos ojos llenos de lágrimas. No fue fácil: desde ayer.

Es jueves 2 de septiembre y el volver a repetir las mismas palabras que comentó a sus alumnos hace dos años -cuando fue asesinado Guadalupe Villanueva, de 13 años de edad- le llena de impotencia que intenta trasformar en esperanza. Ahora lo son por la muerte de Héctor Iván Rodríguez, de la misma edad, junto a otro menor y un joven, mientras ayudaban a éste a subir unos bloques para una obra en construcción, según varios testigos. El sicario, al parecer, preguntó 'quién es el bueno (el jefe)' y comenzó a rafaguear a todo lo que veía vivo.

'?Cómo hablarles de estudiar para un futuro si ya nada te salva de la muerte y cuando salen de la escuela sólo tienen la calle? ', me comentó Reyna Vallés, la psicóloga del centro escolar, situado en una de las colonias obreras más pobres de Juárez.

Desde hace tres años y medio, Vallés trabaja sin intentar derrumbarse. Atiende a niños con padres asesinados, levantados-secuestrados y a otros que huyen de la ciudad sin querer hacerlo. En sus rostros ve al de su hijo que le acompaña en una foto en su escritorio y al de su ciudad Juaritos, que se resiste a morir.

En el salón de Héctor Iván hay dos pupitres vacios, el de él (asesinado) y el de su primo que hoy se unió a toda la familia en los trámites de la espera del cadáver y la agonía de los porqués: mortales. Algunos chavos han pintado sus camisetas con la frase 'En memoria de Héctor' o 'In memory of Héctor' (para eso, estamos en la frontera con Estados Unidos) y recuerdan lo mejor del pequeño: chistoso, juguetón, fantástico delantero de fútbol, buen estudiante. Por el recinto hay varias cartas de alumnos, frases, pegadas por las paredes con el recuerdo de su compañero.

A unos diez minutos manejando de la secundaria por el desierto, se encuentra la colonia Bello Horizonte donde no hay nada bello: excepto sus gentes. Las calles son de arena y la extrema pobreza hace que muchos no tengan agua potable ni electricidad, según varios vecinos que se las ingenian para disfrutar del primer mundo, mientras crean la riqueza del universo a precios del tercero en las fábricas maquiladoras, de capital extranjero.

El pequeño Héctor vivía aquí. Al final de la calle de donde fue asesinado. Sus padres, trabajadores de la maquila y con tres hijos más, prefieren el silencio, me dice Montse Ortega, la tía del pequeño, acompañada de varios familiares.

'?Qué vamos a conseguir hablando con la prensa, qué nos lo devuelvan? No hay justicia, llevamos miles de muertos'.

La familia no quiere que nadie de los medios informativos acuda a la casa, al velorio, al funeral. Y entiendo su deseo que será respetado por mí.

La tía lleva una cajita en sus manos que en un tiempo contenía mazapanes mexicanos. Está realizando una colecta entre los vecinos pagar el funeral y poder enterrar al pequeño. Hasta esta casa no se han acercado las autoridades para ofrecerles la mínima ayuda. Como en la mayoría de los casos de los más de 6 mil 400 asesinados en la ciudad desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón.
Son 80, los menores de edad a los que han arrebatado la vida en Juárez este año, hasta el 1 de septiembre. 21 de los pequeños tenían menos de 15 años de edad, como Héctor Iván Rodríguez, que murió junto con otro pequeño de 11 años en un día con 10 muertitos, tres de ellos menores de edad.

En lo que llevamos del año, 2.046 personas han sido asesinadas en Ciudad Juárez. Y quizá cuando termines de leer estas palabras, más personas se habrán sumado a las cifras de la muerte. Y del olvido de las autoridades. Es la impunidad (el 97 por ciento de los crímenes están sin resolver, según datos del Ministerio Público y la Subprocuraduría General de Justicia del Estado). Olvido en todos los sentidos: con el que se alimenta la pobreza, la desigualdad social, la falta de oportunidades. Hasta que te matan.

**** Las fotos que tomé para vosotros, mis geniales lectores, nos llevan hasta la escuela del pequeño, los recuerdos dulces. El horror que se repite en esta ciudad cada día, a veces cada hora, está ahí: en el patio de esta casa en reparación donde fue asesinado. Con dos más.

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