Nº 0001941 (Mauthausen)

Nº 0001941*


...Como pudo se deshizo de unos cuantos cuerpos inertes. Tenían el gesto perdido en una mueca de terror y había sido  la última de sus vidas, sintió que nunca podría escapar de sus miradas y que jamás podría olvidar si salía viva de todo lo que le rodeaba. Quería recordar por qué estaba allí, por qué estaba rodeada de cadáveres y qué había pasado, pero le fue imposible hilar pensamientos con recuerdos precisos. No sabía quién era ni a quién pertenecía, pero sí recordaba a sus verdugos. 


Apenas podía ver y era intenso el frío, buscaba tocándolos para ver qué podía ponerse encima..., pero todos los cuerpos que la rodeaban estaban desnudos; había montones  por todas partes y de todas las edades y sexo;  hombres, mujeres, ancianos y niños se amontonaban unos sobre otros como si se tratara de fardos que hubiesen dejado caer sin conmiseración ninguna. Tenía que  arrastrarse por encima de ellos, apoyándose en unos y otros para avanzar pero no sabía a dónde ir en esa penumbra, le dolía la cabeza y se hallaba mareada. Una débil luz de luna invernal iluminaba pareciendo imposible llegar a algún lado, alguna orilla, algo donde apoyarse para salir a la superficie de lo que parecía ser una enorme fosa común; pero tenía que intentarlo por encima de todos esos cadáveres aunque sintiera  que los profanaba mientras iba pisándolos para llegar a algún extremo de la fosa; tenía la cara hinchada de un culatazo y no podía ver lo que tenía por delante. 
A veces pedía permiso y se disculpaba pensando que podría alguien estar vivo y contestarle, su voz se hacía un murmullo temiendo ser oída...  Sintió bajo sus pies que se hundía en algo suave y resbaladizo , era inconfundible ese chapotear nauseabundo con el hedor que despedía, pero se había acostumbrado a la pestilencia, no le importaba desde hacía mucho tiempo; no quiso mirar lo que pisaba y por qué sus pies se hundían, prefirió evitarlo porque se dio cuenta de lo qué pasaba... ¡Los gusanos avanzaban por sus piernas, ella también estaba desnuda! No podía sentir más asco que el que había sentido por sus capturadores y menos, vomitar,  cuando no tenía nada en su estómago ni había tenido en muchos días qué llevarse a la boca desde que la  sacaron del barracón. Las larvas invadían el lugar cayendo desde su cabeza y por un momento se le pasó por la cabeza que era lo único comestible y necesario para sobrevivir... Llevaba mucho tiempo sin  comer, ¡pero no, no, mil veces no!, tenía que salir de allí como fuese! 

Se movía con dificultad intentando ganar tiempo antes de que saliese el sol para salir de ese inmundo sitio, moviéndose entre la masa de cadáveres que la rodeaban. El frío era lo insoportable, mucho más que el hedor, que el cansancio pero la fuerza de voluntad la abandonaba, pero tenía que llegar arriba a la superficie para saber dónde se encontraba y huir del maldito lugar de muerte. Se dio cuenta que andaba siempre en una dirección y que la orilla estaba más cerca de lo que pensaba... "¡Seguir, seguir... para no soportar todo aquello y sintiendo que por algo seguía viva!" Tenía miedo de terminar en el montón de un basurero humano con un tiro en la cabeza, pero no veía ningún guardia que sobresaliese sobre el filo de la fosa. Cada metro ganado era encontrarse con aquellos rostros que parecían aún mirarla y pedirle algo... ¿Pero qué? ¡Ya no tenía lágrimas para ninguno como antes y era élla lo único vivo que les acompañaba, junto al vuelo de las rapaces que pronto llegarían con las primeras luces del día! 

Hacía mucho que había desaparecido de sus ojos el llanto para mirar desde otros que parecían los suyos, todos clavados en su rostro, todos haciéndole daño cada día pero ya sin vida, eran un ruego de imperturbable vacío y con ese helaje que tienen las miradas que ya no podrán ser de nadie ni de nada, sino del tiempo del  horror. El nauseabundo aire parecía ser el único respirable que conocía desde hacía tiempo, lo invadía todo a pesar de estar en un campo al aire libre y cerca a un inmenso bosque; hizo el esfuerzo de recordar dónde y cuando y en qué momento fue a parar a la fosa y por qué seguía viva... ¡Pero era mejor no seguir pensando en ello y sí en salir de allí como fuese! Tenía que creer que si seguía viva era porque se esperaba algo de élla, que alguna fuerza extraña la devolvía a la realidad de nuevo, que la normalidad y la libertad existía como única esperanza y sólo una chispa de fe la hacía arrastrarse entre esos muertos. Temía morir porque necesitaba ser testigo, recordar, contar lo que presenció y sabía para no olvidarlo nunca, aunque fuese para morirse en la ansiada libertad cada día.... Es posible que ellos  así se lo pidiesen con sus ojos sin vida, lo haría por todos ellos y por ella misma.



Se arrastro hasta el último extremo de la fosa para ganar la orilla. "¡Unos metros más, Dios mío, unos metros más!"- repetía- antes de que volviese a oscurecer, no sabía cuánto tiempo había permanecido caminando y arrastrándose a lo largo de la misma sin darse cuenta que tenía que atravesar un tramo más corto, de un lado a otro de la fosa. Cuando llegó quedó a metro y medio de la superficie y al borde mismo. Estaba encima de otros cadáveres completamente descarnados, donde la osamenta crujía y sus   huesos se rompían cuando se intentaba poner de pie sobre ellos. Las rapaces empezaron a llegar con las primeras luces del alba planeando por encima, disputándose la carroña. Cogió en sus manos lo que parecía un hueso suelto y largo de una canilla para defenderse. Siguió buscando la manera de subir hasta el borde mismo de la fosa. Apiló unos cuantos esqueletos con la piel pegada aún a los huesos y enterró otros huesos largos contra la superficie húmeda y en vertical del terreno, golpeándolos con un cráneo para hundirlos en la tierra donde penetraban sin mayor impedimento, fabricándose así unos improvisados escalones por donde subir. No era demasiada la altura pero tenía que intentarlo para llegar arriba, estaba extenuada pero por fin lo había conseguido en un último esfuerzo. No quería ser presa de las aves si se desmayaba. 

Al llegar arriba se dejó caer al suelo y permaneció al borde de la fosa... 

¡Lo había logrado pero necesitaba descansar, descansar, descansar...! Siguió  allí sin poder huir más lejos mientras escuchaba como se acercaba lo que parecía ser soldados hacia el lugar donde se hallaba. Se quedó recogida sobre sí misma en posición fetal intentando ampararse con su propia e insignificante realidad, donde su aspecto no estaba tan lejos de los que habían dejado abajo en la fosa sin vida. Lo último que sintió fue un terrible picotazo sobre su brazo izquierdo, precisamente donde tenía el número, la única identificación que tenía tatuada sobre su piel: "0001941-M"... y que algo cálido la cubría... Todo se oscureció a su alrededor y ya no recordó nada más. 

... 
alattkeva.-07
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Cuando escribo sólo intento 'saltar fuera del agua' pero mi lugar está y estuvo siempre dentro de 'mi charca'. ¡Perdón y gracias por todo! (alattkeva-10) 

A. Elisa Lattke V (Ranit@zul)Miembro de CiÑe (Círculo independiente Ñ de escritores) suel

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