Senectud (Poesía surrealista y antipoesía)

 "El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio " (J. W. Goethe)




La esperanza siempre se queda corta...
¡Padece cojera!
Y por entre los pliegues de la vejez
se meten los dolores con sus tormentos,
pero les ayuda a caminar un sabio bastón
dándole cimbreo a las caderas
aunque no para de señalar el suelo...

Y entre tanta curva de espalda vencida
imitando media luna, se sonríe la vida;
-Pero el tiempo no para de reír, ¡qué puñetero!,
aunque se ha acostumbrado a que se den de bruces en el olvido.

Sin embargo, camina madura la sobriedad que se ha ganado en años;
y por las aceras se oye el tac..., tac...., tac..., del cansancio
mientras ladra feliz "el perro del hortelano..."
¡Oh, de la ternura  acomodada!, la de los infantiles sueños de la infancia
y no del corazón cansado, depósito de nieblas torpes y con gafas
que vas arrastrando al paso tu carga de trémulos huesos,
¿cómo es que no sabías de un desierto inconfundible
hecho de silencios y vacíos, ajeno a las caricias...?

Ahora, temes a la desdicha y darte de lleno con la esperanza,
perderte en su rostro y dejarla confundida ante un golpe de mala suerte;
temes al temor de no saber por qué se te niega algo bueno
y por primera vez no has pensado en la muerte...
Es que le han puesto a tu vida....
¡Unas "rosas rojas casi negras" entre las manos!

Elisa
2011

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