Shoah • Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Shoah • Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué: Las Actitudes y Políticas de los Líderes Judíos

Durante la mayor parte de la IIGM los judíos húngaros basaron sus esperanzas de supervivencia en los líderes nacionales aristócrata-conservadores de Hungría. Su confianza de tiempo de guerra en los húngaros puede remontarse a las actitudes y percepciones que se habían formado durante la llamada “Era Dorada”, que coincidió con la existencia del Imperio Austro-Húngaro (1867-1918). Durante este periodo, los judíos de Hungría se volvieron cada vez más patriotas y -para disgusto de otras comunidades que vivían en el reino- se identificaron orgullosamente con la causa de los magiares. Estuvieron entre los más ardientes partidarios de la Revolución Húngara contra los Habsburgo en 1848-49, habiendo asumido una desproporcionada parte de las cargas militares y económicas de la Revolución que ofreció la promesa de su emancipación. Según Lajos Kossuth, el ilustrado líder de la Revolución, unos 20.000 hombres (11,1%) de su ejército de 180.000 hombres eran judíos, en un momento en que los judíos, 340.000 en total, no eran más que el 3,7 por ciento de la población total de 9,2 millones. Mór Jókai, uno de los más celebrados autores húngaros, también elogió la contribución de los judíos a la causa. Según Jókai, “ningún grupo étnico-nacional contribuyó tanto en términos de sus vidas y riqueza a la lucha de independencia húngara como lo hicieron los judíos”.

Después de que la Revolución fuese aplastada en 1849, los húngaros así como los judíos fueron penalizados severamente por los victoriosos Habsburgo. Parcialmente como una recompensa por su posición pro-magiar, los judíos de Hungría fueron emancipados simultáneamente con el establecimiento del Imperio Austro-Húngaro en 1867. La mayoría de los líderes húngaros de la Revolución eran estadistas nacionalistas que no estaban plenamente guiados por los principios de pluralismo y tolerancia. Aceptando la preferencia de los líderes húngaros, muchos de los judíos -especialmente los que vivían en Budapest y en la parte occidental del país- asimilaron, gradualmente aculturaron y en algunos casos incluso se convirtieron al cristianismo. En el transcurso del tiempo, muchos de ellos “magiarizaron” sus nombres y se refirieron a sí mismos como “magiares de la fe israelita”. Llegaron a creer que una simbiosis genuina se había forjado entre ellos y los magiares.

Con el acceso recientemente adquirido a las instituciones de enseñanza superior y la apertura de muchas oportunidades económicas y culturales, los judíos pronto llegaron a jugar un papel prominente en la modernización de Hungría. Muchos aprovecharon plenamente el apoyo legislativo y administrativo de elementos aristócrata-conservadores del país, beneficiarios ellos mismos del proceso de modernización. En una generación o dos, los judíos lograron una posición destacada, si no dominante, en los negocios, la banca, la industria y las profesiones. También se distinguieron en los terrenos de la ciencia, la cultura y el arte. Los judíos también desempeñaron un papel importante en la vida política de Hungría al proporcionar la estrecha mayoría que los magiares necesitaban para gobernar sobre las nacionalidades cohabitantes.

Motivados no sólo por la gratitud sino también por la convicción, muchos judíos se volvieron casi chovinistas en su patriotismo. Según Paul Ignatus, un célebre escritor húngaro, “los judíos se volvieron...más fervientemente magiares que los propios magiares”. Bajo las eufóricas condiciones de esta época, pocos judíos húngaros previeron la posibilidad del venidero desastre en el futuro.

Hubo una notable excepción: el nacido en Budapest Theodor Herzl, fundador del sionismo. Herzl compartió con su amigo parlamentario húngaro, Ernó Mezei, sus recelos sobre un posible futuro ominoso para los judíos húngaros. En una carta de 1903, Herzl escribió: “La mano del destino también capturará a los judíos húngaros. Y cuanto más tarde ocurra esto y más fuertes se vuelvan estos judíos, más cruel y duro será el golpe, que será desplegado con la más grande ferocidad. No hay escape”.

Claramente, los ardientes campeones de la asimilación y “magiarización” no lograron ver o minimizar las manifestaciones anti-judías que preocuparon a Herzl. Fue durante la Era Dorada, por ejemplo, que tuvo lugar el famoso caso de asesinato ritual de Tiszaeszlár (1882-83), al igual que las agitaciones antisemitas de políticos y fuerzas clericales motivados política e ideológicamente.

Tras el final de la IGM y la consiguiente desintegración del Imperio Austro-Húngaro, los judíos húngaros comenzaron a sentir los golpes que Herzl había pronosticado. Las revoluciones de posguerra destruyeron virtualmente la euforia sentida por muchos judíos, la mayoría de ellos no asimilados. Hungría se convirtió en el primer país de la Europa de posguerra que adoptó una ley anti-judía. Retrospectivamente, esta llamada Ley de Numerus Clausus (1920), que limitaba el acceso de los estudiantes judíos a la educación superior, no fue sino la primera de las muchas medidas anti-judías cada vez más severas adoptadas durante el periodo de entreguerras y que allanó el camino al Holocausto. Los muchos problemas socio-económicos que surgieron tras las pérdidas de Hungría bajo el Tratado de Trianon (1920), junto con los causados por la Gran Depresión, avivaron las llamas del antisemitismo durante la década de 1930. Como en la Alemania nazi, los judíos fueron utilizados como convenientes chivos expiatorios.

A pesar de las muchas medidas anti-judías adoptadas por los consecutivos gobiernos húngaros durante la década de 1930, la lealtad de los judíos al estado húngaro permaneció básicamente sin cambios. Como los magiares, la mayoría de los judíos también lamentó las pérdidas que Hungría tuvo que soportar bajo los términos del Tratado de Trianon. En los territorios adquiridos por los estados sucesores -Rumania, Checoslovaquia y Yugoslavia- los judíos, para consternación de los respectivos gobiernos, continuaron, en general, aferrados a su cultura y lengua húngaras. A pesar de los muchos incidentes anti-judíos que tuvieron lugar a principios de la década de 1920 y de las políticas pro-Reich que los sucesivos gobiernos húngaros persiguieron después de 1935, los judíos continuaron aferrados a las percepciones que se habían formado durante la Era Dorada. Continuaron creyendo que los líderes de Hungría, pese a sus políticas interna y externa pro-alemanas, continuarían protegiendo los intereses básicos de sus compañeros “magiares de la fe israelita”. Incluso tras la adopción de grandes leyes antisemitas iniciadas en mayo de 1938, la mayoría de los judíos permaneció firme en sus opiniones. Muchos de entre sus líderes llegaron a racionalizar la “necesidad” de la adopción de algunas medidas anti-judías como reflejos del “espíritu de los tiempos”, medidas prudentes concebidas para pacificar a los extremistas de la derecha en casa y a los nazis en el exterior. Los judíos húngaros continuaron sintiéndose seguros bajo la protección de los sucesivos gobiernos aristócrata-conservadores, cuyos miembros habían odiado a los nazis y temían a los extremistas locales casi tanto como los judíos. Muchos de entre esos personajes gubernamentales tenían relaciones estrechas y lucrativas con banqueros, magnates de los negocios e industriales judíos. Aunque la mayoría de los judíos sufrió bajo el impacto de las leyes anti-judías, muchos de entre los magnates económicos -mayormente convertidos al cristianismo y con estrechos lazos sociales y personales con la elite aristócrata-conservadora magiar- continuaron prosperando durante la guerra.

Pese a las muchas draconianas medidas anti-judías, incluyendo la adopción de un sistema de servicio de trabajo tipo militar y una legislación racial tipo Nuremberg, los judíos de Hungría se sintieron relativamente seguros durante los primeros cuatro años y medio de la IIGM. Aunque padecieron unas 60.000 bajas durante este periodo, continuaron convencidos de que sobrevivirían a la guerra, aunque en una posición económica mucho peor. Hungría, racionalizaban, era después de todo un miembro de la alianza del Eje; lo que sucedía en la antisemita Polonia y en cualquier lugar de la Europa dominada por los nazis posiblemente no podía suceder en la civilizada y caballerosa Hungría; los húngaros nunca olvidarían la gran contribución que sus compañeros ciudadanos de la fe judía habían hecho para el avance de los intereses políticos y la modernización de la nación; y, finalmente, la propia guerra estaba destinada a acabar pronto con la victoria de los aliados.

Aunque la Solución Final estaba en plena marcha en la Europa dominada por los nazis, los líderes judíos continuaron su racionalización, insistiendo en que los judíos húngaros estaban “plenamente fusionados con la nación húngara en lengua, espíritu, cultura y sentimiento”. “Los judíos húngaros”, razonaban, “son húngaros, y se comprende que en sus corazones y almas forman una parte integral de la nación húngara” (4).

La racionalización de los líderes judíos tuvo alguna base de hecho hasta la ocupación alemana de Hungría el 19 de marzo de 1944. Hungría era el único país en la Europa dominada por los nazis que todavía tenía una gran comunidad judía relativamente intacta. Su población judía cifraba cerca de 800.000, incluyendo los aproximadamente 100.000 convertidos al cristianismo y otros cristianos que eran identificados como judíos bajo las leyes raciales entonces en vigor. Pese a las muchas leyes y decretos anti-judíos, los judíos se sentían físicamente seguros bajo la protección del gobierno aristócrata-conservador que gobernaba el país. “Antisemitas civilizados” que eran, los miembros de este gobierno adoptaron una serie de medidas calculadas para restringir drásticamente la influencia de los judíos en la vida económica y cultural de Hungría, pero rechazaron sistemáticamente las demandas de los nazis para someterlos a un programa de Solución Final.

En contraste con la elite nacional y los líderes judíos, las masas, cristianas y judías por igual, no tenían conocimiento de las realidades de la Solución Final en la Europa dominada por los nazis. Por supuesto, los judíos de Hungría estaban familiarizados con el sufrimiento soportado por los trabajadores desplegados en Ucrania y en Serbia, así como con la difícil situación de los miles de judíos “extranjeros” que fueron reunidos y deportados en el verano de 1941. Muchos de ellos escucharon relatos terribles de persecución y de las horrorosas condiciones en los guetos, de boca de polacos, eslovacos y otros refugiados que habían encontrado refugio en Hungría. Pero pocos, si alguno, tenían verdadera información de las realidades de la Solución Final. Virtualmente ninguno de entre los judíos oyó jamás de Auschwitz o de los otros campos de concentración y muerte manejados por los nazis en la ocupada Polonia (5).

El optimismo de los judíos se vio reforzado durante los siete meses anteriores a la ocupación alemana, cuando Hungría estaba buscando en secreto una salida “honorable” de la alianza del Eje. Aunque las leyes anti-judías estaban todavía en vigor, fueron impuestas con menos rigor, facilitando considerablemente la suerte de muchos judíos. Para consternación de los nazis y de los extremistas internos, a mediados de diciembre de 1943 el gobierno húngaro llevó a juicio a 15 altos oficiales de policía y militares por crímenes de guerra que habían cometido contra los serbios y judíos en y alrededor de Újvidék a principios de 1942. Los judíos estaban enterados de estos desarrollos positivos y sus líderes -ortodoxos, neolog y sionistas- más se convencieron de que sus comunidades sobrevirían a la guerra bajo el paraguas protector del gobierno húngaro. Los desarrollos políticos y militares de este periodo reforzaron en esos líderes las actitudes y percepciones que habían adquirido durante la Era Dorada.

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Estadísticas: Publicado por José Luis — Dom Sep 23, 2012 11:19 am

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