Relato de: León Mata Cervera* IES Puerta de Mar (Almuñécar)


Me ha llegado este relato-concurso de la pasada Navidad 2012 escrito por un niño de doce años, hijo de un buen amigo. Quiero darlo a conocer a través de este blog y espero que quienes lo lean lo disfruten.  Enlace: http://www.iespuertadelmar.es/

RELATOS NAVIDEÑOS GANADORES
Posted Diciembre 22nd, 2012 by José Luis Oliva2012 / 2013 Novedades Biblioteca
            En busca de la felicidad

Había una vez un pequeño niño que nació de una triste y pobre familia en la perdida ciudad de Lordin. El chico se llamaba Fernando, hijo de dos campesinos.
Fernando era un niño travieso pero dulce a la vez, le encantaba jugar al fútbol con sus amigos, que tenían trece años, igual que él.  Su cuerpo era pequeño y bajo, tenía la piel oscura y unos ojos azules, igual que los de sus padres.
Lordin era muy pequeño y la ciudad más grande cercana al pueblo estaba a veinte días en camello. A los habitantes de Lordin les faltaba algo, la alegría, que se conseguía con la Navidad, pero en Lordin esta festividad no se celebraba. Fernando se sentía solo en su familia ya que era hijo único. Durante incontables veces Fernando les pidió a sus padres un hermano pero estos no le concedían su petición. Un caluroso día de verano, a las cuatro y media de la tarde, los padres de Fernando tenían que contarle algo muy importante, iba a tener un hermano o una hermana. No se sabía con exactitud el sexo del hermano, pero Fernando deseaba que fuese varón y creía que iba a ser así. Pasaron los meses hasta que llegó el día del nacimiento. Los padres de Fernando tenían que irse a la gran ciudad para poder dar a luz en un hospital. Fernando estaba muy inquieto por saber si era hermano o hermana, ya que en aquellos tiempos solo existían remedios supersticiosos para adivinar aquello.
Cuarenta días más tarde llegaron los padres de Fernando muy alegres, le enseñaron al nuevo miembro de la familia y llegó su gran desilusión: era una chica. Fernando cogió tal enfado que esa misma noche preparó una maleta con ropa, dinero y víveres suficientes para marcharse de casa hasta dentro de un tiempo...
Eran ya las cinco de la mañana cuando Fernando cogió uno de los camellos de la familia y marchó al desierto en busca de la civilización. Los días y las noches en el desierto eran durísimos, Fernando se llego a desmayar unas tres veces.
Cuando Fernando estaba al límite de la agonía vio a lo lejos la mayor ciudad que nunca jamas hubiera visto, Esta se llamaba Kelimba.                                                                                              
A Fernando se le saltaron las lágrimas, agitó las riendas del camello y rápidamente alcanzaron la ciudad.
En las puertas de la entrada un hombre le hizo pagar impuestos, el chico los pagó y entró a la ciudad.
Caminó por las largas calles buscando algo de alimento. Llegó a un puesto de comida del inmenso mercado y le preguntó al hombre:
-¿Que podrías darme para reponerme?
A lo que el hombre repondió:
-Agua, pan y carne.
Fernando compró lo que el hombre le sugerió y se quitó el turbante, el mercader le vio y le invito a pasar a su casa.
Comenzaron a hablar del chico, éste le dijo que era huérfano y el mercader, llamado Teby, le propuso una vida con su familia.

Ambos trabajaron juntos durante meses, hasta que llegó la Navidad a la ciudad. La alegría y la felicidad reinaban en el municipio. Fernando, asombrado, le preguntó a Teby :

-¿Qué es esto?
Su amigo le respondió:
-Una época en la que sólo existen la felicidad y la alegría, además hay regalos.
Fernando se sintió alegre pero mal a la vez y decidió hablar seriamente con Teby.
El chico se sentía mal y dijo a su amigo que le había engañado, no era huérfano y se había fugado de su casa por falta de felicidad.

Teby le dijo a Fernando una frase que perduró en su mente el resto de años que le quedasen:

-Para buscar la felicidad hay que dejar atrás las cosas malas, las buenas hay que volverlas a repetir y las nunca hechas hay que probarlas, así que regresa a tu pueblo y haz lo que te he dicho, busca la felicidad en lo nunca hecho.
Fernando se emocionó y le dio un abrazo al viejo Teby.
Seguido de esto le dijo:
- No te olvidaré.                                                                                  
Al día siguiente Fernando marchó a Lordin por el desierto y fue pensando en las cosas que nunca había probado para buscar la felicidad que le dijo Teby. De repente a Fernando se le ocurrió llevar la navidad a Lordin, no solo haciéndose feliz a el mismo, sino que a toda su población.
El día que llegó estaba cansado, no podía ni con su alma. Dejó el camello y entró a la casa. Sus padres cambiaron el rostro y fueron a abrazarle, incluida su hermana, que daba ya sus primeros pasitos.
Fernanado les explicó como lo había pasado y lo que era la Navidad. Los padres de Fernando decidieron rendir homenaje a su hijo poniendo en práctica esta festividad, que se celebró a partir de ese día todos los años.
Y felizmente la familia volvió a retomar el dulce camino de la vida.

León Mata Cervera
IES Puerta de Mar (Almuñécar)

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