NEBULOSA Parte 1

NEBULOSA Parte 1:



Esfera de tiempo.
Óleo sobre tela. 1.10 x .80
Pintado por Alicia, o sea, YO.
Alenka no vino hoy
 porque la mandé a paseo…
en bigato.


Debido a causas de fuerza mayor… de edad…  he tenido que dejar a un lado varias cosas, entre ellas las letras. Por eso nada de comentarios largos y rebuscados, nada de blog, nada de cuentos. Solamente he podido ejercer mi tarea de brujita monta-pinceles que vuela en los colores.
 Sin embargo, hoy bajé de mi nube para compartir el viaje en el tiempo que hice esta mañana.
Escribiré un poco de historia (casi prehistoria) para situarnos en aquella época del  “all is groovy” y flores en el pelo: mi época de estudiante de secundaria.

Guillete Jr. High School, Syracuse, N.Y., escuela donde tuve la suerte de estudiar por un año y aprender de excelentes maestros.
De entre todos ellos, una maestra vino hoy a la casa de mi mente. Con todo y que me tocó varias veces por la ventana no recordé su nombre. Pero sé muy bien que esta maestra, esa mujer mayor, de cabello cano y corazón abierto, supo meternos a toda aquella parvada de adolescentes locos a un maravilloso mundo de música.
Con ella iniciamos desde hacer ritmos salvajes, “Unga-Ungas, Grrrs y Auchs”, improvisando divertidos rituales de caza y de guerra; jugamos a ser románticos juglares y compusimos Cantos Grego… ejem, bueno, a esa edad, Cantos Gorgorianos.
Muchos de nosotros no sabíamos solfeo, sin embargo, ella nos descubrió caminos entre las manchitas oscuras de las partituras para seguir piezas completas de Mozart, de Beethoven, Mahler, Wagner, Debussy (mmm…Debussy!), Béla Bartók, Stravinsky… Rolling Stones no porque entonces estaban prohibidos… Pero The Beatles, sí ¡cómo no! Y cantamos “Yesterday”.

Un día, la maestra llegó con cara de jeroglífico. Sin saludar, se fue directamente a encender el tocadiscos. Enseguida, de su gran bolso de Mary Poppins sacó un disco, uno de ace-tato tiempo…! O sea, un L.P. de esos “elepés” negros, gordos y pesados de 33 RPM.
Todos calladitos, sin movernos, esperando la sorpresa; y ella, sin perder el aire de misterio, puso a girar el LP en el plato del tocadiscos.
Y en el plato de mi mente comenzó a girar un mundo desconocido.

Una cascada de sonidos frescos derramó el universo dentro del aula, y en ese instantáneo templo de luces y sombras sonoras desfilaron toda clase de ondas sinusoidales y criaturas nunca antes escuchadas:
Unas, rebotando lentamente en el aire como pelotas ovaladas. Otras, correteando o soplando intrigas dentro de un tubo. Voces de burbuja, campanas místicas, mariposas de cristal, clarinetes relinchones, lejanos teléfonos voladores, abejas estáticas, ocarinas orgánicas, percusiones atormentadas por un corazón que late en crescendo y que, como un martillo de Babinsky, golpeaba nuestros reflejos y todo nuestro sistema métrico decimal.
Poco a poco y sin darme cuenta crucé a otro tiempo, a otro espacio, con mis átomos de nitrógeno, oxígeno y helio dispersos en esa magnífica aura de absurdidad, en ese algo que se estaba inventando en ese mismo instante irrepetible.
Y así, siendo nebulosa flotante viajé en el cosmos sonoro.
Después, mi regreso fue paulatino, siguiendo el tenue rastro de las estrellas fugaces y alguno que otro sonido desperdigado.

-Karlheinz Stockhausen- concretó la maestra-. Música electrónica. La música del futuro.

-¿Futuro?– pensé, realmente impresionada- ¿Viajé al futuro? ¿Existirá ese futuro?
De ahí mil preguntas más me asaltaron, sin siquiera saber cómo cuestionarlas. - “La música del futuro‟, repetí, afirmé y reafirmé en mi mente.

Hoy por la mañana me descubrí viviendo en ese futuro y he vuelto a ser nebulosa, pero no aquella nebulosa adolescente que viajó en la música de Stockhausen, Kraftwerk, Led Zeppelin y Pink Floyd, sino una nebulosa de reflexión, formada por los residuos del gas que dio origen a la estrella, como la nebulosa en torno de la estrella Mérope en el cúmulo abierto de las Pléyades. Una nebulosa con un enorme deseo de reflejar la luz de estrellas cercanas. Una nebulosa que vive en aquel futuro entrevisto en el pasado, una nebulosa que ama este HOY maravilloso que existe al otro lado de la tragedia humana.

Reflejo, en la entrada de abajo, la música de ayer (NEBULOSA Parte 3) y la de hoy (NEBULOSA Parte 2) que me hizo volar en el tiempo.

UN BESO.




  

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