PENSAMIENTOS DE CHARCA



Foto: alattkeva

Ya sé que se recoge lo que se siembra. Nunca lo he dudado, es una vieja máxima. Pero a veces hay quien siembra aquello que no recoge y, sabiendo qué ofrece a cambio, se queda tan a gusto.

No pasa nada cuando todos lo disfrutamos y resulta bueno. Porque nunca debemos olvidar lo que hemos de agradecer si nos causa un beneficio. Pero tampoco si produce un resultado contrario: daño físico, moral y psíquico, pues sufrirá el espíritu, aunque nos haya enseñado una lección más que no aceptamos por injusta. Algo que nos advierte que nunca debemos hacer lo mismo.



Deberíamos reflexionar y recordar nuestras propias siembras por educación y altura moral, aunque los otros olviden las suyas. Por eso que no ven o prefieren no volver sobre sus pasos , para meditar sobre lo ocurrido, viendo los resultados que no le favorecen. Ir dejando dolor por el camino no es bueno para nadie. Repercute negativamente en nuestro ánimo o el ajeno aunque se quiera 'lvidar', incluso rompe la armonía y hasta la salud. Es que, se cambia la forma de pensar, sentir o ver la vida, se amarga la existencia, se hace insegura por culpa de comportamientos inesperados que pueden estar fuera de lugar, con frases cortantes o hirientes que nunca se merece nadie y menos, cuando se pierde el respeto con la mofa.

Pero tampoco es para pensar que ha de ser una adaptación de quien la sufre y por lo tanto debe aprender de ello. Es fácil tener esta opinión irresponsable. Con los sentimientos y la sensibilidad no se juega y menos, con la paciencia ajena o resignación de quien sufre un trato desagradable ante los suyos o ante desconocidos. Y no se trata de pensar que, "la edad del que sufre una humillación insensta e injusta, debe aguantar todo; porque comprende mejor la vida, el mundo y se espera otra respuesta y no su enfado o censura". Pues el espíritu de bondad parece que lo llena todo. ¡No, me niego a aguantar a quien se le ocurre juzgar con acritud y desprecio, haciendo que otros rían por su culpa, creyendo que invado su espacio porque robo un par de minutos para dar una opinión, pues de eso se trataba. Opinar.
Sí, se debería entender como es, porque lo que es dañino o negativo dicho con palabras, agrede la paz y la tranquilidad ajena, provoca, trastorna la vida y nada de lo perdido se devuelve. Lo malo siempre afecta y es contrario a la lógica de lo razonable. El dolor o daño que se confiere, se encarga de todo cambio psíquico y físico, por lo que nunca se puede ya recuperar al ser humano agredido psíquicamente que la sufre o se cree, que todo en un después tiene solución. Nada volverá a ser lo mismo, se tiene temor de hablar o de expresarse, salvo que la altura intelectual o el éxito de un escalón más alto a quien, sin méritos o con ellos, exprese ideas o regale experiencias interesantes.  Y como esto no suele darse porque pertenece a los milagros, se quedará en la mente del sufrido imbécil que se rrepiente de haber sido ingenuo, el ejemplo de lo que no debemos permitir que nos hagan y hieran de muerte espiritual la dignidad. Es necesario que aprenda y sepa, el culpable, lo que nunca deberá volver a hacer. No perderá nada importante, seguro, pero no va a recuperar a quien rompió por dentro. Será su lección para el trato justo y el uso exacto del lenguaje con estilo, que puede persuadir a quien pudo o creyó que podía molestarle. Lo malo es que 'el perdón' se cuestiona a lo largo del tiempo y sé que no es la primera vez. Sobre ello tengo mi propia teoría. Ya soy mayor y observo la vida en silencio, pues quien calla aprende más que quien hace lo contrario.

Hacer que otros hagan creer a su semejantes culpables de las malas consecuencias de sus actos, les afectará a sus vidas, por la deformación psíquica de quien manipula las ideas o los hechos y más, de quien se los permite. Si nunca hubo fallos en su víctima y sus actos fueron siempre prudentes, sensatos y nobles, no es el problema de quien es el perjudicado, pues siempre estuvo a la altura de permanecer callado muchos años; el problema es del desinterés y la irresponsabilidad, que pone la parte conflictiva en que se crea lo contrario y, en no resolver las situaciones tal como son, 'cargando el muerto' a los demás; y viendo cómo se deteriora la vida del que se cree fuerte para soportar lo que se le echa encima; se le endosa el problema quien no desea asumirlo en su totalidad. Pues nunca se justifican los malos resultados que se dieron, los que pueden afectar a quien se enferma o se muere, a quienes no estaban allí como testigo o en su momento, porque el bien o el mal no se hace para hacer que se sientan felices, y sí para  recordar lo que ignoraban. Por eso hay que valorar los malos resultados y sus consecuencias .

Cualquier acto injusto que se comete contra nuestros semejantes, a veces no está en ese orden deseable que se espera del equilibrio de otros seres humanos. Pues, los que creemos cultos y sensantos,  no se les ve fondo moral y espiritual, que que nos demuestre esa parte fundamental de una buena educación. Porque, si en cualquier momento se puede descalificar al amigo, al hijo, a los padres o desconocidos, con palabras que les hacen un inmenso daño por inesperadas; es aún peor si están cerca y se les hunde moralmente, por lo que pueden representar para sus vidas, algo humillante e inesperado. Incluso, suele hacerse delante de gente que son amigos o unos perfecto desconocidos, que no tienen porqué escuchar opiniones insanas de quien conocen y saben su altura espiritual. Poner en juego y en evidencia la reputación de otra persona, es algo imperdonabe por cualquier nimia situación o cosa que se crea pensar, porque altera su realidad. Hay formas para evitar respuestas duras que dañan a otros. La educación nos regala muchas.

Se trata, acaso, de comprender al verdugo del problema como víctima y no, al inocente que sufre las consecuencias del mismo generado por otro u otros (!?). Es incomprensible que se desentiendan los responsables por completo del sufrimiento ajeno y, encima, hagan que se sienta el propio agraviado y ofendido, culpable y no ‘su víctima’, siendo sujeto pasivo del mal resultado que ignoraba. Cuesta trabajo comprenderlo, pero cada vez más pasa en esta sociedad.

Por eso el perdón nunca devuelve el tiempo perdido, la salud y la tranquilidad a las verdaderas víctimas, aunque ayude a liberarlas de las cosas del mundo que les han marcado cuerpos y almas. El perdón es parte del amor, claro, y muy necesario, pero no deja de ser un placebo inútil para que el verdadero culpable se sienta mejor, ante el ser pasivo que es creyente o bonachón, siendo el verdadero lesionado, damnificado y hasta muerto, en suma, su víctima. Los pétalos de una rosa de verdad no se pegan para que luzcan aparentemente, como si fuesen de verdad. Se van muriendo por dentro y la flor que los sostiene ya no los alimenta, aunque se esté con el corazón en avenencia su tallo con el medio. Pueden haber más rosas, pero no seres humanos que aguanten y sobrevivan a tantos problemas injustos, conservándo todo lo que les era encantador y hermoso.



alattkeva

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