Relato de Fin de Año: Manojo de llaves

El Nuevo Año siempre deja sus llaves al Nuevo...

Y seguimos por el camino hacia un destino ya esperado o el que ya se intuye.
Seguimos buscando la plenitud de las ideas, la firmeza de lo que se construye con amor, la dicha de lo que regala el día con el esfuerzo diario, y con Salud que lo festeje. Nuestros deseos no dejan de ser  los de siempre y como un mantra que se repite todos los años. Nadie nos da las claves de la felicidad. Debemos buscarlas nosotros mismos, en esos momentos que en podemos permitirnos un rato de ocio, goso físico o elevación espiritual. La felicidad es sentirse en armonía con el mundo o el entorno que nos rodea. También porque nos regala momentos buscados por nosotros, periodos de paz y seguridad en el mundo que nos rodea. Pero, sobre todo, saber que, quienes nos aprecian,  nunca olvidan de nuestros pasos los momentos gratos, como tampoco olvidamos los que nos regalamos a nosotros mismos. Porque a través del tiempo, aún cerrado al futuro, al que iremos abriendo muchas puertas, vamos a encontrar lo deseado o lo pactado. Ojalá sea así, pero teniendo conciencia de lo que representa la Vida, sobre todo ante lo que ella trae.

El NUEVO AÑO ya conoce qué hallaremos detrás de cada puerta. Para eso sirve el manojo de llaves que nos deja el que se fue. Y,  como en un fantástico cuento de hadas, las empezaremos a utilizar con la sabia necesidad de los momentos, como un símbolo en cada puerta cerrada. Si sabemos hacerlo bien se llenara cada estancia de una luz nueva.

La Felicidad o la Desgracia individual, estå llena de puertas. Algunas no se abren del todo, esperan su momento Y, las primeras no siempre somos capaces de abrirlas cuando las necesitamos, porque no hallamos 'la llave' correcta. A pesar de nuestros dones  no sabemos cuál abre en el manojo que se nos da, porque se las dejamos a otros que las usen. Es por eso que no llegaremos a abrir la mayoría de nuestras puertas, desaprovechando esos pasos importantes para el aprendizaje. Pero sabemos que ellas han estado esperándonos y, algunas ya las conocíamos.

De la Desgracia es mejor no decir mucho, porque las tiene todas abiertas. Las reconocemos o las vislumbramos como intocables; y por lo tanto si metemos la pata más allá del quicio, sabemos lo que nos pasará y será tarde para echar marcha atrás. Hallar las llaves del manojo, supone un esfuerzo más que se añade como en un juego, porque algunos no sabemos cuál es la que regala los momentos mejores e inolvidables. Esos que perduran sensiblente toda una vida y no se pierde la sonrisa ni la que lleva 'el traje'.

El manojo de llaves, no lo olvidéis, ya está en nuestras manos para este año 2016.
Nadie más que nosotros podemos utilizar las nuestras. Ninguna otra mano puede robarnos la oportunidad de ser nosotros mismos, y  los dueños y amos de las nuestras en la mansión de la propia existencia.

Aunque hay siempre un intruso que dispone de una copia...


alattkeva

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