Orillas

Orillas


Me debo a mí en un tramo del camino
y llueven palabras, empapando la vida
todos los días, hay un canto de ausencia
y se retuerce el crepúsculo como un gusano herido.
Más allá de mí y de donde estoy,
se albergó una mirada en la mía
y en el vuelo de grullas y gaviotas,
supo el mar de sus remos y sus barcas,
que los puertos sólo son de paso
pero siempre se deja el corazón en todos ellos.

Más allá del ámbar aterciopelado, hay sonidos,
tonos musicales que soplan desde mi Valle;
Más allá de mí, ya me pierdo en un gemir de llantos
y lloran entristecidos los castaños.

No veo el lucero del alba sobre el agua.
Pero siento que la barca se mece,
los temporales la aniquilan
y somos nada ante la fuerza del mundo y de los hombres,
una lucha desigual que no es como la del universo.

En el fondo de mí ser, se reúnen mis pensamientos
y ellos se disfrazan de alegría para reducir temores,
entonces, pienso en tus cabellos, su tacto,
el beso de la tarde, la lluvia y el sueño,
el músculo que palpita con la caricia,
la taza de café, el sabor a pastel de chocolate.
Hay un tiempo despistado que se trae en el calzado
y vuelve solo con el alma y sin viajero.

¡Ah, si contara todo, sería del paso de la tristeza!
Una nota de ficción con la que hago un barco de papel...
¡Y navega!
Me digo muchas veces que esto de escribir
es como si fuese sangre discurriendo por las venas,
intentando buscar una fisura para derramarse,
vaciándonos de una vez para calmarnos definitivamente.
Vivir en las orillas, es un poco como perderse del alma
buscando sentimientos al otro lado... ¿Para qué?
Hallarlos es morir, porque nunca vuelven enteros
quedándose donde siempre lo deseaban.
Me pregunto: ¿si la vida florece por otoño?
¡Y para qué mi viejo corazón que se contenta sin lucha,
si no sube a despertar la congoja que ha bogado por tantos cielos!


Australia Elisa Lattke Valencia en: "don Anselmo"

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