Ir al contenido principal
La ondina (Oda)
La magia la puso ella.
Dulce se aleja y en mi aliento dejó la palabra.
No fue un estruendo en la cascada que hizo al río,
porque es más lo que encierra cuando brota y clama... ¡Agua!
Es más lo que repara a la ondina dentro del limo...
¡Amor!
Filón en la sustancia de un mismo manantial,
donde palpita el mineral. Alma de todos.
Tan vuestro se hace el presente,
como ayer fue el mío...
¡En el agua!
Nada nos pertenece en este mundo,
todo es mera ilusión cuando lo tocas.
Parece que es, porque así lo dicen los sentidos.
La digna realidad de cada ser humano
se desliza por un tobogán de sueños;
hace un servicio a La Creación;
y entre todo lo que le afecta, para bien o mal,
podríamos pensar..., que la vida destruye y repara,
observa y desobedece, advierte y oculta.
Y sólo se limita a indagar, buscar, reconocer y saber.
¡Y se guarda la Verdad en los bolsillos del olvido!
Pero el surtidor no acaba, habla:
-"¡Tengo sed de ti!"
La tarde nos marchita en un suspiro
y nos bebemos el último soplo de aire que nos falta.
Se intenta comprender. Disminuye la energía,
el tiempo, la sensación de vivir. Todo cansa.
Se acerca el cambio.
¡Ya he empezado a ser ella, yo, la ondina,
y en el agua se va ahogando su melancolía!
No mienten los poetas,
sólo mienten los siervos de la astucia
cuando saben acechar a las ideas;
su red la teje la malicia o su osadía.
Son arácnidos que se descuelgan,
aturden a su víctima
y con sigilo, llegan a su presa,
succionan sus vidas, sus entrañas. La palabra.
Luego, acreditan ser fieles servidores en la mesa del Señor.
La vertiente de nuestras vidas, los locos pensamientos,
las ideas... Todo desgasta las laderas temporales del río de la vida.
Las ondinas también van cambiando su luz en cada témpora.
Ven más allá del tiempo, leen el lenguaje dentro de otro,
leen las vibraciones del agua, adivinan cada silencio.
¡Dulce se aleja la poesía cual niebla que se esparce
en un canto feliz de primavera,
donde se enciende el agua de sus charcas
con la luna dentro y, de una en una, todas las estrellas!
...
Caminaré de vuelta como triste mujer,
vaciada de todo, hasta mis propias entrañas...
Y...¡qué quedará de mí si he cumplido!
-"¿Escuchará un corazón mi gemido?"
Me desdoblaré de nuevo en mi barro
para ser limo. Mi estancia natural.
...
¡Señor, Señor, el surtidor no acaba...!
¡Tengo sed de ti!
¡Necesito que me rehagas de nuevo, mi Alfarero!
*
Elisa en su inseparable: "RanitAzul"
Precioso, como todo lo que sale de tu alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Poeta, se alegra el tiempo del alma. La palabra es como la turbulenta corriente del tiempo en la vida, arrastra. Y hacemos de la palabrs un manantial de ideas visionarias que nos consuelan.
EliminarResponder