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RESILIENCIA Y SALUD
P
ienso, que por dolorosa que sea la vida para vivir, algunos seres humanos que se nos da por inteligentes, la sociedad, la familia, las amistades, el trabajo, las responsabilidades, deberes más que derechos, nos condiciona y nos hacen esclavos de una rutina que nos está matando. ¿Entonces, dónde nos dejamos ese potencial o coeficiente a favor?...
¿Lo somos?
Es una rutina o sinvivir que no resuelve la salud, la alegría de estar, pensar, hacer y conjugar la vida, la sensación de paz y libertad, el derecho a ser nosotros mismos cuando somos sensatos, respetuosos, amamos a los nuestros y deseamos lo mejor para el resto, amigos y no...¿Donde la felicidad que buscamos?
No, no resuelve el Amor ni esa felicidad porque la damos a otros, siempre otorgando en sacrificio propio el tiempo, por las ganas de multiplicarnos estando en todas partes, para cumplir con los compromisos y para que otros sean más felices, pensando quizá, que también valorarán lo que damos en dedicación o más bien, perdemos en confianza por callar, por no hablar a tiempo, por no decir ¡No!, enfrentados a problema.
Nos sacrificaríamos por muchas cosas mientras envejecemos. Y pensamos por momentos: si a cambio todo acabase, frenase, fuese como miel sobre hojuelas, sería lo justo. Pero no siempre lo es. Y por lo que se nos da en negativo se sufre, se lleva por dentro, se calla por culpa de circunstancias ajenas a nosotros mismos, que en la mayoría de los casos se dan; sea en lo físico como en lo moral afecta, por todo lo que desencadenan hechos del entorno y sus consecuencias y siempre, por irresponsabilidad o inmadurez que no la propia, cosas que ni se sospecha en muchos casos el daño que están generando o hace directamente, a quienes aguantamos carros y carretas sin queja. Aunque apenan rocen sus consecuencias injustas, ya nos han tumbado moralmente.
En esos otros casos, sensiblemente inciden en nuestra salud, ahí va lo real de las consecuencias que no se miden de esos actos ajenos. Porque es muy cierto y hoy ya se sabe, gracias a Dios, que crean patologías hasta desconocidas, que no se resuelven tan fácil en aquellos que las sufren, y que entre varios profesionales en equipo, dan con ellas y van solucionando. Todo eso lo pagan los más ajenos al problema y los más inocentes y ¿quién puede aguantar un tratamiento o una salida del túnel del que no avanza, aún con luces propias o ajenas?... ¡Quién es capaz de ponerse en nuestra piel o caso por probar! Pero sí se sabe, que cambiando de hábitos, trabajo, hogar, clima y en suma, hasta de la misma gente que lo provoca, podemos mejorar o, hasta mantenernos en un eterno tratamiento para 'cargar las pilas' con positivismo ante la inconsciencia de aquéllos que lo provocan. Es que no es fácil nadar en río crecido cuando no hay de donde asirse... y más adelante te espera una caída en cascada...
Las palabras no arreglan todo, son lindas y, a algunos les fortifican, pero no ofrecen 'la cataplasma' justa para curar tantas heridas en el corazón. Los consejos tampoco, porque no son individualizados desde el dolor ajeno en el propio... ¡cómo!
Yo, utilizo el grito silencioso, lo aprendí desde niña abrazándome a un árbol cuando había una contrariedad, un capricho no cumplido, gritaba llamando a Dios, eso sí, sincero, con la emoción saliendo por los ojos, con la sinceridad de quien conoce quién nos trajo al mundo a través de... Sí, una madre buena a la que deseas emular y para que también se nos recuerden por el bien recibido. Pero no hayas el árbol porque ya no lo tienes cerca y no es para ir al parque a dar gritos... Sí ves a lo sumo en el de la escoba para dejarlo caer de golpe sobre el causante, pero frenas esa ansiedad porque aún razonas la vida y el respeto a la propia persona. Pero, cuando entran en el circulo familiar seres ajenos y roban lo más sagrado de forma ladina, ya no vives. Aguantas por necesidad el palo moral que recibes. Porque la inocencia siempre es perseguida por los miserables, para tallarla a su antojo lo que desea del ser que ha escogido para su proyecto psicológico, de quien no desea cambios que cambien el suyo. Que no escoja su futuro fuera del suyo.
Compruebas que el cuento del burro o el elefante cautivo se hace cierto. Porque los seres vivos somos animales de costumbres, y como al burro que digo por caso a pesar de estar atado toda su vida sirviendo al amo, ya por viejos los sueltan al campo para no alimentarles o cuidar como antes, cuando le era útil. Esa libertad no la comprenden los pobres animales liberados de su atadura y enjalma, y permanecen en el mismo sitio donde se les deja porque ya no saben adónde ir y de quien depender. Incluso enflaquecen y mueren. Es la mejor comparación que se le puede dar a la dependencia.
Vivir es una experiencia necesaria, pero escogida por nosotros, por eso no me rindo ante el mal ajeno, el que le hacen a los míos. Hay que finalizar la existencia propia, aunque algunas veces quieras desaparecer y hasta hacerlo con el de la causa que rompe nuestra vida y seguridad, que por momentos trastorna su recuerdo, al observar al autor con su obra...
Pero sé que todo lo escogí yo misma como prueba. Sentir lo frágiles que somos es un hecho muy particular pero no es el mismo de aquéllos que aconsejan, que dan aliento, que nos cuentan y aconsejan lo que ya sabemos. Cada ser tiene el suyo y no nos vale experiencias. Y quien diga todo lo contrario, se olvida de algo muy importante: *La vida puede ser un pedacito de gloria preparado por nosotros mismos, si sabemos juntar las migas de los pequeños gozos...y alimentarnos con ellos. Aunque nos vayamos muriendo sin poder hacer nada..
Y, por más que sepamos de la existencia, no podemos hacer gran cosa sin medios económicas para luchar por lo nuestro. La burla es manifiesta. Pero resulta que estamos perjudicando nuestra salud... ¡NUESTRA SALUD!
Yo fui víctima de una parálisis temporal que poco a poco ha ido cediendo y fue fácil para el entorno, pensar que era cosa de mi "artrosis generalizada" porque ya me la habían pronosticado, no así para mi médico traumatólogo que tuvo una visión exacta del problema, dejándolo bien claro, mientras señalaba entre medias de mis escápulas el centro del problema: "tiene Ud., el sistema nervioso alterado, debe cambiar de actitud, algo ha pasado en su vida, quizá una pena o disgusto y necesita tranquilidad, razonar el problema por su salud y autonomía, dejarlo a quien debe resolverlo, no cargar con el, aunque la culpen del mismo"... ¿Cómo pudo un profesional de la medicina ser también vidente? Comprendes que hay algo más en esas coincidencia, ves que sus palabras sí hicieron también el milagro, al utilizar un tono certero y levantaron mi ánimo, dieron un impulso y supe... ¡quién debía cargar con su mierda!!! ...Tal como lo siento.
Sí, amiga, indudablemente que todo se agarra como tú bien lo describes: "...angustia es una zarpa que atenaza el corazón e impide que llegue el aire a los pulmones, y oprime y pesa y desgarra..."
No te lo discuto, pues es tal cual cuando somos personas sensibles y sabemos perfectamente el qué y quién o el cómo de lo que nos afecta, pero resolverlo es otra prueba más.
¿Pero, cómo decir a bocajarro a quien la da, a quien no razona en su mar de dudas; a quién ahoga nuestra paz interior o nuestra esperanza, lo que pensamos?
A veces, la prudencia es como un hábito que pone zancadilla a las respuestas y allá que vamos de narices sin poder resolver nada, sintiéndonos culpables hasta de nuestra torpeza por no resolver un problema. Finalizo así y aquí en este lado de 'terapias con buena fe' puede que sirva de algo expresar la Verdad sin traje ninguno o siendo honesta. No siempre nuestro cuerpo aguanta, sino, que se deteriora y debilita, duele en muchos casos pero también nos duele el alma, pero si se mantiene en esa tensión continua, se colabora al envejecimiento prematuro y el rostro toma la máscara de la tristeza.. A mí, ese médico me dijo mirándome a los ojos: "Señora, lo que siente está en Ud., por esa persona que ama y lo genera, lo vive, lo siente, la paraliza, la desgarra por dentro, no sabe cómo ayudarla, ni qué hacer para liberarla, necesita tranquilidad y pensar en Ud., puede atacar el problema que la impide andar, tiene miedo pero no por Ud., sí por quien sabe que se lo da y no se puede liberar porque le provoca una empatía dolorosa que se llama: RESILIENCIA".
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