Contemplando un cuadro



Descripción y un ejercicio de creatividad
para un comentario personal sobre un cuadro
Por: alattkeva
Resultado de imagen de Habitaciones Junto al Mar
 

Me hallo frente a un cuadro de Edwar Popper, una imagen para describirla.
Busco algo más que su título para documentar la descripción y encuentro esto: “Habitación junto al mar ( Room by the sea, hecha en 1951, un óleo sobre lienzo). Es un óleo sobre lienzo de: 101,6 x 73,7 Pintado en New Haven (Conneticut), YaleUniversity” Art Gallery”

Como un ejercicio de observación necesario, me figuro el espacio real que ocupa sobre el soporte que lo sostiene. También lo que ocupa frente a mí, allí en el muro. Mientras lo contemplo lo mido visualmente, escudriñando en el trazo lo que delimita la geometría y el color. Su armonía. No dejo de pensar en su hermoso tamaño y en lo que estaría pensando su autor al dar la última pincelada. Sé igualmente, la dimensión en que me encuentro, la que ocupo frente a la pintura. Algo que siempre me ha sorprendido de toda obra pictórica de esas dimensiones en adelante, que mide más allá de las medidas cómodas o convencionales para la mayoría de pintores. Algo así como el que escribe una novela, si se compara con el que cuenta un cuento.
Y es que me importa figurarme todo lo que no veo alrededor de mí. Es como penetrar dentro del mismo cuadro, buscar cómo es el resto de la casa y, mientras lo hago, me figuro al pintor: lo que pensaba o quería que se viese en su cuadro y del que sólo dejó ver una parte del resto que lo rodeaba, allí donde se posa nuestra mirada intentando adivinar lo demás, después de la primera impresión. Entonces comprendemos lo que él esperaba que se viese, lo que importa realmente de esa habitación por lo que vemos. Facilita que, me forme una idea que se relaciona con todo el conjunto del cuadro. Pero también es un ejercicio de sensibilidad del que no debemos separarnos, los inexpertos o aprendices. A partir de allí, observo lo que esta cualidad me enseña, para poder describir lo que sugiere. Incluso, adivino el movimiento, que siendo estático en un objeto inanimado, por no ofrecer mudanza y permanecer igual, -porque así son las pinturas-; nos obliga a ese ejercicio de ver la vida del artista por su trazo habilidoso. Quizá se adivina su carácter y su parte más humana.
En el mismo hay luz y color, sin verse una figura humana. Ello ofrece una parte de inflexión que cambiaría el plano del conjunto. Mientras reflexiono sobre los cambios de tonos que ofrece la luz, la que entra por el ventanal en ese cuadro, -creo, que es lo más importante del mismo-, por el lugar escogido y, a la vez, la mínima parte que se ve de la casa. Voy ampliando la visión que tengo delante de mí y hago un esfuerzo más. Cierro mis ojos y me dejo llevar por lo que pienso. Puede ser una cuestión de fantasía.
Advierto a quienes escuchan o me leen, que esto que os digo es como un añadido a partir de la ficción que me permito o se nos puede ocurrir a cualquiera, respecto a lo que se ve y se piensa y yo, quiero ir más allá

Os doy un ejemplo: cuando vamos de paseo al bosque o la montaña, y andas por caminos rurales, es la Naturaleza aparentemente solitaria, la que sugiere ese hechizo de todo lo que no captamos pero percibimos con todos los sentidos: la profundidad con la vista y, con el oído sobre todo, las sensaciones que nos producen otros rumores cercanos, como el mismo viento en el ramaje. -¿No sé si les pasa lo mismo? ¡Es que, eres quien la contempla, eres quien razona cuánto ves, eres el dueño de todo el conjunto, el protagonista casual de ese momento y, además, quien la piensa por todo lo que acompaña alrededor y nos está abrazando, aunque no la sintamos todos de igual manera.

Todo es equilibrio en las formas, contraste y diversidad en ellas y color que nos ofrece. Y todo está a merced de la luz solar y las sombras. La luz juega un papel importante en nuestra vida en contraste con las sombras. Pero un cuadro, sólo nos ofrece su parte geométrica, sus diferentes planos en perspectiva y, porque se hace necesario en la obra del pintor. Plagia o imita en cierto modo, la naturaleza que ve o la obra de otra Creación. Hay una necesidad eminente de llevarse la belleza a su hogar para contemplarla, por ejemplo o, la reproduce con la pintura, el dibujo o la fotografía artística, para vivir de este trabajo.


Y por último, en el espacio exacto donde me hallo, contemplando el cuadro, aprecio sus perfectas medidas, aunque no hay más emoción que la que ofrece la luz, el color, el mar que se ve desde la habitación a través de un amplio ventanal y el trazo, que la encuadra y define.
Más sobre este ejercicio de creatividad a través de nuestra percepción:
Frente al cuadro de Edwar Popper, “Habitación junto al mar”, sigo pensando en esa frialdad que ofrece. La soledad misma del pintor.

Como ya comenté, no hay una figura que indique algo de vida sensible e incluso, lo que parece ser el mar a través de un ventanal, por donde entra la luz, -lo mejor del cuadro, el mar aparece como enmarcado por el mismo ventanal, para quien lo contempla desde fuera. No produce emoción. No es un trazo en movimiento, no es algo vivo que ofrezca profundidad en ese plano donde está, porque en la geometría del cuadro, lo importante no es lo que está fuera, sino, la luz que acapara todo. Todo cuadro no deja de ser un proyecto para una determinada decoración, que se llenará con algo más en su espacio real. El resto de lo que no se ve, es suposición o imaginación, si se piensa en lo que hay detrás de esos muros, donde apenas vemos el mar, una parte de los muebles o la sala continua.

Pido perdón y les cuento:
Pensándolo bien, sólo dependo de una lógica coherente, con un cierto énfasis que propongo. Admito que mi raciocinio natural, permite cualquier posibilidad de incertidumbre en lo que miro, pues no siempre quien ve, consigue el mismo efecto cuando describe cualquier objeto, o si hace lo mismo con un ser vivo, un paisaje o este mismo cuadro que examino y describo, etc. Les digo lo que pensé después, aunque no tenga que ver con la primera descripción escogida por mí y sí con las dos imágenes de otros dos cuadros:
Viendo el cuadro de este pintor: Edwar Popper, he llegado a ese punto donde se rompe lo frío del mismo y empieza el hechizo, lo que da vida a lo que miro. Lo que desea el pintor o todo creativo, que se vea. Lo que se nos puede ocurrir a cualquiera. Porque, la verdad no siempre es la misma para todos, ya lo dije antes, ni para quien ve cualquier otra cosa.

Podría ser lo que parece ser. Pero desde otro aspecto y fuera de este primer cuadro que he escogido para la descripción, veo el mar a través de la ventana y me figuro que es el agua de la piscina de la casa del siguiente cuadro. El de las dos figuras que pueden sugerir otras idea: la una por estar sumergida dentro del agua, dando la sensación de estar ahogada o buceando y, la otra, está arriba al borde de la piscina y de pie, mirándola pensativa. Puede que esté pensando lo que va a contar a la policía, fue lo primero que me figuré. Parecía viva la que estaba en el agua boca abajo.

Para mí es más que una descripción, porque consiste en perderse un poco por el lugar de ficción en que se halla nuestra mirada: entrar en el primer cuadro, recorrer lo que se ve, asomarse a la ventana, respirar el aroma del mar, buscar en uno de los armarios un bañador y una toalla y bajar a la playa. Pensar que hasta puedo estar esperando al dueño de aquél lugar allí mismo, donde lo observo y de improviso aparece -pero no es él, sino Mr. Hopper, el autor del cuadro. ¡Y no le hace gracia verme allí en su composición pictórica!

Tampoco sé, si la pareja del cuadro siguiente, la de la piscina, espera a que se describa su tragedia, si la hay, pero el pintor no sabe nada y no voy a quitarle las ganas de abandonar la casa con el cuadro debajo del brazo.

También, se me ocurre pensar, por alguna razón, que me he quedado a ver, mientras espero, cuándo le da la real gana de salir del primer cuadro que describo, al dueño de la casa donde me hallo, para que me enseñe el resto de la vivienda, montándose otra historia más sobre este trabajo de observación y descripción. No les parezca extraño. Pero el objetivo de creatividad que no es lo mismo que fantasear o especular sin un mérito propio, digno de nuestro hacer y esfuerzo por aprender y dominar este bello arte del escribir, resulta meritorio obligarnos a esta osadía, sin que tengamos, que pedir permiso por ello; pero sí a guardar los límites de nuestro afán por exprimir algo más alrededor, para comprobar nuestra capacidad de concreción, arriesgando posibilidades sensoriales en esa aventura, más allá de lo que nos piden. Una locura que nos salva ese mismo deseo de aprender con humildad, pues nunca dejamos de ser aprendices/as de este oficio.

Continúo:
Y, mientras me enseña el resto de esa parte de la casa, y no la pequeña parte de la que pintó Hopper en su cuadro, veo llegar al dueño del apartamento. Llega tenso y con el ceño fruncido y de muy mal humor. Se percata que lo estoy mirando sorprendida, porque debo ser como un fantasma o alguna aparición -pienso-; pero no, él mismo me pide una disculpa y me explica muy indignado lo que pasa: “perdón, señora, es que ha visto al entrar en el patio trasero, a unos jóvenes seminaristas jugando al fútbol, la verdad es que no sé quién los dejó pasar a ese patio” -Y, me vuelve a pedir disculpas porque no le hace gracia… -Añadiendo, que: “están sin su permiso y teme que se carguen el hermoso ventanal de un balonazo”... Precisamente por donde entra ese esplendoroso sol de cada mañana, ese lugar más precioso de toda la casa del que estoy enamorada.

Me habla de ese ventanal en el proyecto del arquitecto, lo mejor de la casa frente al mar. Y realmente me inquieta que me lleve un disgusto, porque estoy dispuesta a comprar el apartamento y hasta el cuadro. Pero, ahora que lo sé, le pediré que me asegure del riesgo y si es por escrito mejor, que no seguirán esos jóvenes entrando sin permiso a la urbanización a jugar al fútbol, supuesto allí en ese solar, se va a hacer otro proyecto importante, un jardín mediterráneo con mirador y algo más.

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