Denunciando realidades

Durante mucho tiempo he estado observando cómo funciona el ser humano empezando por mñi misma, mi familia, amigos, vecinos, textos que leo y hago mis propias reflexiones, sin equivocarme, me dice una amiga psicóloga. La vida es asi de dura a la hora de juzgar cómo actuamos ante toda necesidad elemental y cómo nos defendemos con astucia de todo lo que nos afecta, si roza el honor. Un honor de pacotilla. Pocos nos salvamos de no ser en ciertos momentos de la existencia unos perfectos imbéciles o comemierdad.


Supe desde mi infancia que hay dos tipos de inocencia:
la auténtica que no es necesario que la profanen o degraden otros, ella poco a poco va descrubriendo la sordidez de la vida como los recursos que tiene a su favor para evitar frenar el rimo de su crecimiento físico, psíquico o espiritual; pues merece que ella descubra lentamente a lo que se enfrenta ante su futura vida y responsabilidad, exigiéndose conocimientos teóricos y prácticos para apartarse del mal, si puede evitar el fracaso, el dolor, terror e incluso perder su propia libertad para ser víctima de cualquier depredador que consigue tallarla a su gusto; porque sólo en libertad y sin el ártifice de un futuro que no será nunca suyo, poco a poco irá comprendiendo la vida y tendrá sus propios recursos para ser feliz sin que nadie le eche en cara su destino, sin ser mancillada por la lujuria del que dice amarla, quererla y cuidar de su vida, cuando se adueña de sus decisiones y vigila su vida para que no se vaya de su lado.
Pero exite la otra inocencia que ha perdido ya la de la infancia, pues quería conocer el mundo, saber rápidamente las cosas, adelantarse a los que creían saberlo todo, la que cree, además, saber defenderse del mal y ser más fuerte que esos que cayeron antes que ella por el camino. La lista, la sabelotodo , la que se ufana de conocerlo todo y siempre hay una inocencia atrevida, confiada, la del imbécilque cree no dejarse influir o manipular de nadie, pero es la que se da de listilla y la que buscan los explotadores: esa misma que se da como los hongos por falta de ayuda y responsabilidad en las familias, que sólo piensan en dar a sus hijos lo mejor de sus vidas, porque ellos no tuvieron oportunidades y los gobiernos tampoco les colaboraron. Es esa inocencia atrevida u osada que se ha pervertido pero no puede ya avanzar, está atrapada en el medio que sólo le permite sobrevivir sin más esfuerzo y se mantiene soñando, proyectando cosas sin definirse o sacrificarse por nada; la que no pudo terminar estudios, sólo llega a ser lista porque alguno/a la aupó y consiguió un trabajo o no fue capaz de llegar a más; y creyó que era su oportunidad para engancharse al carro. Una juventud sin suficientes estudios que vive de aquí y de allá con las oportunidades que le dio la astucia de varios maestros que pasaron por su vida; también con las nuevas tecnologías pero con escasos conocimientos para una formación integral, tan necesaria. Esa inocencia de los ignorantes es la cantera de las doctrinas absolutistas dictatoriales de todos los intolerantes, que ven en los vejestorios de su familia un reproche todavía, porque pudieron llegar a más; porque con esa parte de la incultura trabajan las doctrinas extremistas y se anexan a los que viven de los Estados, para extraer ventajas o beneficios de quienes aceptan lo que les cuentan y recurren a esas camaradería en bares, locales y sitios donde pueden contarles las maravillas que van a conseguir si les siguen. Allí pierden su inocencia, sus ganas de llenar más su cerebro. Son los que necesitan para que les colaboren con otros imbéciles más, otros inocentes engreídos de pasar de listos, para que sean felices como ellos ya lo son, o por ver el camino de su futuro iluminado". Por eso viven si pueden de quien guardó porque lo trabajó y encima juegan con esa dualidad del amor, eres bueno si me das, eres egoísta si haces todo lo contrario y le exhiben lo que les duele: los nietos porque saben que de ellos dependen que se ablanden y den más.

Y esta inocencia que sigue habiendo lo hace por imbécil tanto como la anterior. Ambas no se dejan enseñar, son soberbias y su envanecimiento se lo hacen conseguir entre las piernas. Es allí donde ubican sus maestros, el lugar de su fantasías y su valentía; "por cojones" y "por ovarios". Son la gosolina de los canallas.
Ambas son dignas de lástima cuando la locura consigue disponer de ellas y ya no pueden ser libres.

*alattkeva

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