No se salva ni la 'ranita Azul' del virus en el Día de los Inocentes

Será que el viento pasa y todo lo entorpece por esta forma mía de escribir. 

Escucho el murmullo de las palabras como una confabulación. Ellas pretenden unirse ante mi razón de sus sinrazones. Es que no hago nada por nada mío y aún es peor, no hacerlo por ellos. Se creían que era algo más que la dueña de sus ideas, por darles vida literaria si es que a esto que hago se le llama de algún modo, pero no, van cansados y sin rumbo preciso por jugar con mis ideas, ellos saltan a la comba dentro de mi cabeza y los dejo solitarios en la nada de sus vidas y que busquen a su manera su... "Pase Misí, Pase misá..."

Estoy pensando en este hoy después de mis ochenta años. Me hice mayor y aún no me doy cuenta que lo soy. Es que toda palabra pura se nos viste de arcilla tal como somos de barro. Y el agua desolada busca acariciar nuestros pies, dejando nuestra huella sobre la tierra de quienes aún caminamos sin saber cuándo y hacia donde vamos, deseando llegar de una vez. 

Vendré otro día a terminar mi conversación con el Viento y a la espalda, con mi chal sobre los hombros. Hoy siento escalofríos. Me sumergiría en el mar si estuviese cerca e iría cantando "Alfonsina y el mar" hasta donde me cubriese...

Mi tristeza decembrina quiere comprobar mi debilidad. 

En mi niñez se presentó y nunca pude desprenderme de ella, nunca deja de estar por este tiempo. Algo debe faltar a mi alma que aún no hallo en este lugar del mundo, por eso siempre he deseado irme antes de... El milagro es haber llegado a la edad de ahora. La cosa es que no me encuentro bien. Me han hecho una prueba del Covid. Y, a pesar de tener las tres vacunas resultó positiva. -Lo barruntaba. Me siento fatal y este fin de año, también es desgraciadamente igual que los dos anteriores,  distópico para millones de seres humanos, a los que no nos gusta el mundo que nos devuelve no sé qué progreso. Muchos estamos en ese sorteo imprescindible, ¡menuda suerte tenemos los de la edad avanzada! Nos han robado una parte esencial de la vida, la esperanza o la tranquilidad. Ambas. 

No creo que eso importe a los gobiernos, quitar la felicidad a los que los encumbran para que lo tengan todo, prohibiendo que seamos muchos después de echar el voto; hacer leyes para obligar a sostenerlos felices, pagando impuestos nuevos y la pandemia los ha transformado en demonios peligrosos. No parece que enfermen o se les muera un familiar. Más bien parece que dan esa imagen acartonada de sonreír por quedar bien. Siguen allí impertérritos ante cualquier marea social que pueden controlar o manipular. 

 Me dicen el médico que: "Tendré que estar en mi casa desde hoy 28 de diciembre, pero en una habitación sin mucho contacto con el resto", ¡cuando el resto está lo mismo!, sin juntarme con ningún otro miembro de la familia y somos seis y un bebé.  Tampoco puedo entrar a otras redes sociales porque mi móvil no responde y sólo cumplió cuatro años, pero ya no los fabrican, aunque me dieron uno nuevo y mejor, tampoco podrá mi hijo explicarme su manejo y poner todo lo que falta hasta que pase la fiesta de Reyes, también dio positivo. ¡Todo esto es como una puñetera inocentada! Creo, mejor, que es una prueba o regalo a mis ochenta años recién cumplidos ayer. Lo triste es que no puedo ni coger en brazos a mi pequeño nieto y entretenerlo, mientras su madre hace otras cosas. -- Tiene terror a que le pase algo y antes, cuando lo tenía en brazos deseaba que se curara de sus males viéndolo enfermito por primera vez, deseaba que Dios me pegase todos sus malestares.  Es extraño como funcionan reacciones humanas.

Hasta lo de ser abuela me lo roba un puñetero virus de laboratorio, porque lo es, nada parecido a todo lo que les dio a mis hermanos y a mí de niños y sin tantos avances científicos y, aunque nadie lo niega que es peligroso, teníamos las cataplasmas de Fe y a Dios con nosotros. 

 *alattkeva

 (Foto de ayer mientras el malestar se presentaba para dejarme anulada)