El humor de mi locura 


(Surrealismo y disparate)


En esta guerra de lo cotidiano se callan los huesos por no dejar. Desean que sus cuerpos tomen conciencia por quien los habita y los usa, aunque duelan. 

En realidad todos callamos al rancio tiempo que nos vigila las vivencias y se va acostumbrando a perdernos de vista. Algunos no cogemos experiencia y seguimos esperando un milagro.

 El milagro es sentirnos vivos y honestos, capaces de ver nuestro conflicto interior. Superando el camino hacia donde iremos todos. Claro que sabemos donde, pero aunque no olvidamos las piedras del camino, adornamos las circunstancias con otra actitud positiva; que no todas las causas están perdidas, pero se las busca sin recompensa poniendo avisos por todas partes, hasta en las farolas: " Su a Alguien le sobra un poco de felicidad y está dispuesto/a a compartirla, pues se la agradezco sin nada a cambio, pues soy pobre y la quiero incondicional.

Ni la brisa osa llevarse mi sombrero pero se pierden opiniones en los goznes de las húmedas hojas, las secas del invierno tirando a los colores de otoño, hojas sobre las que nunca escribiré, pero sentiré su crujir al pisarlas, disfruto caminar sobre ese otoño desvestido de los árboles -.

Un hada, llamada Aurora,  me contó que necesito un lápiz mágico que sólo lo encuentro en "El reino de la risa", cuyo dueño enseña una sonrisa de felicidad que siembra por los lugares de la tristeza. Cuando hace esto viene sin dentadura, toda la ha regalado en los países donde crece la infelicidad porque en todos lados en lugar de llorar suspiran y atraen una niebla negra que cubre todos los pueblos y ciudades, calles y caminos.  Y por eso la suerte es negra en sus sitios.

Aún así, fluye el río interior desafiando las alzadas rocas de su ignorancia, que amenazan con desprenderse de su escasa altura mental,abriéndose paso por la vetusta imaginación de su absurda vertiente interior que no se calma y mana lágrimas de tristeza. 

Entre tanto, monte abajo y cerrado porque no entra la luz solar, no entiendeb porqué los árboles no dejan ver el verde de sus ramas en sus hojas, si siempre miran al suelo de sus raíces por culpa de la lumbalgia y los fríos del invierno  no les llega a la savia y los vientos los tuercen. Uno de ellos me dijo este invierno pasado, que estaba como el al verme las manos. 

Abajo, en el valle, se instalan las ilusiones están orondas juega al corro y al "veo veo", se alimentan de "brotes verdes" y de la verborrea sin purgante de los políticos.  Como se descuiden se las acaba la risa. 

Cae un hondo suspiro al agua envuelto en una lágrima y un pez de secano, casi arenque, se atraganta por glotón.

Lo abstracto de un pensamiento sin voz, entiéndase bien, no es que sea mudo, es que no tiene lectura porque nadie lo quiere entender, pero le buscan las cosquillas de la ironía, que se cae junto a una avalancha de risas.

 Sin embargo, se precipitan por la corriente de las ideas ladera abajo y van rodando imparables las carcajadas, pidiendo socorro al vacío. Interminable de sus males. Eso sí, tan contentos van cantando ese tango de... "cuesta abajo en mi rodada"... 

¡No aprenden!

Menos mal que las noches están sembradas de luminarias nombradas a dedo y, una, que se entiende de qué va este mundo del acá, se distrae en cada parto de supernovas que se alimentan de estrellas enanas. ¡Menuda lujuria cósmica! Así viven todas, pegadas de la teta de La Vía Láctea sin dar un palo al agua.

Dicen que su ajuar de luces está bordado por la luna montada en una rueca. Hila y teje sueños como un rito en la trama de la vida sin poder dar un resuello, buscando su aguja en el pajar por si encuentra marido. Bueno, hace que teje sin dedal. 

A veces se desespera el sol al ocaso acosado por ella y termina en una explosion de rojizos iracundos en pleno galimatías; entonces, a la luna se la escapa una de risas salpicando con luceros a todo quisque.

En el litigio de las cosas perdidas gana mi equilibrio, ya lo creo, aunque se afana el tiempo seco en vender paraguas a los desempleados que hacen cola en el "INEM" y les enciman un chorro de... esperanzas agarradas

No siento terminar aquí, porque "el rumor de mi locura", es el cincel del pensamiento y vuelve a pulir los desafíos de la mente en un aleteo de 'constantes vitales' sin presupuesto para vivir más años

 La fisiología de los cuerpos se enzarza con su calma chicha, pues no da tiempo a terminar sus 'hornadas filosofales' de las funciones del organismo y la tabla periódica. No, es el organismo público, se entiende. Hay naufragios celulares gritando un sálvese quién pueda, mientras se atan los cordones las olas con 'sus remos' amputados para no naufragar.

Una gaviota pasa graznando:

¡No hay presupuestos, han robado los Fondos de Pensiones!

Una concejala del "PP", grita: "¡que se jodan!"

"Ranita"


Foto: alattkeva

Desde mi atalaya esta tarde pasada.

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